Este año se cumplirá el bicentenario, es decir, doscientos años de la revolución de mayo.
La residente de Olivos en distintas oportunidades ha insistido con que hemos tenido doscientos años de fracasos y que se ha iniciado la recuperación y el progreso a partir del comienzo del kirchnerismo.
Por un lado, varias veces y a partir desde hace un tiempo, propuso formar una especie de comisión para recordar y rendir un homenaje al bicentenario.
En esto, como en tantas otras cosas, demuestra una incoherencia pues en esos doscientos años que ella denosta se produjeron la Reconquista, la revolución de mayo y la declaración de la independencia.
Aparte de esto, sería totalmente agraviante para la Patria que la subversión apátrida que está usurpando el poder rinda un homenaje a la Patria en sus albores.
De todas maneras, hace rato que esta señora ha abandonado la idea de rendir un homenaje a la Patria en su bicentenario, ahora solamente se acuerda de él para arrebatarle las reservas al Banco Central y usarlas en su propio beneficio.
En estos últimos siete años se ha dedicado casi en forma exclusiva a atacar a las Fuerzas Armadas y a la Iglesia Católica.
Las Fuerzas Armadas, en su componente Ejército, nacieron con la Patria y constituyen un sostén material y espiritual de la misma.
Forma parte de la columna vertebral de la misma.
El kirchnerato, desde sus inicios, viene realizando un ataque artero contra las mismas.
En realidad ha continuado el ataque que fue iniciado por el defensor de Santucho al comienzo de la llamada democracia, pero por distintas circunstancias se había atenuado.
El kirchnerato lo ha reiniciado en forma contundente.
Agrede a las Fuerzas Armadas moral material y espiritualmente.
Desde el punto de vista moral, la agrede con la persecución sistemática a aquellos militares que salvaron a la Patria en la oportunidad en que la misma fue invadida por la subversión apátrida.
Se ha instalado el enemigo en el poder con la aprobación de la llamada oposición y de los altos mandos militares, con lo que se agrede moralmente a la institución Fuerzas Armadas.
El nombramiento, entre otros, de la comandante Teresa como ministra de Defensa es una agresión frontal a las Fuerzas Armadas, pero los altos mandos, en su cobardía y traición, no tienen respuesta alguna.
También, entre otros, es una agresión frontal haber designado nada menos que a Eduardo Luis Duhalde, uno de los mayores enemigos de las Fuerzas Armadas y de la Patria, como Secretario de Derechos Humanos.
Estos dos nombramientos aparte de ser una agresión son una burla siniestra.
Materialmente, las Fuerzas Armadas, están prácticamente desarmadas y, por lo tanto, la Patria está desguarnecida.
Peligra su seguridad en cuanto a un ataque externo y también debido a la entrada permanente de drogas por la parte norte del país y por la depredación de la riqueza pesquera en la inmensa costa atlántica.
No hay aviones para proteger el norte ni barcos para proteger la costa.
No sólo no se abastece de armamentos a las Fuerzas Armadas sino que además se disminuye el presupuesto destinado a las mismas.
Mientras que nuestros vecinos incrementan su potencial bélico nosotros, gracias al kirchnerato apátrida, lo disminuimos en forma alarmante.
Aparte de todo esto se ha establecido que pueden entrar homosexuales a las Fuerzas y se ha derogado el Código de Honor Sanmartiniano.
Ya lo anunció el judío Timerman, actual embajador del kirchnerato en los Estados Unidos, hace varios años en un programa de Mariano Grondona: hay que disolver las Fuerzas Armadas.
Espiritualmente también son agredidas las Fuerzas Armadas.
Las Fuerzas Armadas desde su nacimiento están consustanciadas con la Iglesia Católica, la que dio a aquéllas la fuerza espiritual que las alimentó a lo largo de todas sus empresas.
El vicariato castrense cumplía con esa función hasta que el kirchnerato echó a Monseñor Basseoto.
Hay un proyecto en estudio para reformar el obispado castrense y darle apertura para que entren otras religiones.
Esto significa un debilitamiento espiritual de las Fuerzas Armadas ya que no va a haber un denominador espiritual católico, como lo fue toda la vida, en las mismas lo que representa el desalojo de la Iglesia Católica como directora de aquéllas.
Aparte, hay un ataque y persecución a la Iglesia Católica.
La expulsión de Monseñor Basseoto del vicariato castrense fue un hecho trascendental.
Como todos recordamos, Monseñor Basseoto fue expulsado del vicariato castrense por haber mencionado una cita evangélica a raíz de declaraciones abortistas pronunciadas por el cobarde ex ministro de salud, Ginés González García, partidario del asesinato masivo de niños por nacer.
Usando jueces corruptos y testigos falsos mandaron a la cárcel de por vida al Padre Christian von Wernich acusándolo de supuestos delitos gravísimos.
Eligieron un juez judío para "juzgar" a un sacerdote católico.
Agravian a la Iglesia Católica agrediendo a sus sacerdotes.
Hay un hecho relativamente reciente que es la prohibición, en el Hospital Militar de Campo de Mayo, que es la prohibición en el mismo de la presencia de imágenes de Cristo y la Virgen, Esto, por supuesto, es debido a una orden de la comandante Teresa con la complacencia de la chiruza de Olivos y el silencio cómplice de los altos jefes militares.
Lamentablemente, frente a este ataque permanente a nuestra Iglesia los altos prelados locales mantienen un cobarde silencio.
La persecución a la Iglesia Católica viene de antes, no olvidemos la eliminación de la enseñanza religiosa en las escuelas de la provincia de Catamarca y la supresión de la Cruz de Cristo en la bandera de la provincia de Tucumán, todo esto presionado por la D. A. I. A y la cómplice aceptación de nuestros gobernantes.
También recordemos la orden por parte de la Corte, en el año 2004, del retiro de la Virgen de la entrada a los Tribunales de la Nación.
Repetimos que las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica constituyen la columna vertebral de la Patria.
Atacarlas es pretender introducir en nuestro ámbito una ideología perversa.
Este accionar es obra del matrimonio y de sus socios subversivos.
Es traición a la Patria, merece el máximo de pena y el desalojo de los
culpables.
Guillermo Díaz Agu
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