Hace ya algunos años, cuando todavía los soldados eran soldados, allá por 1973, y durante el sepelio de alguno de los tantos muertos propios en combate contra la subversión terrorista; el entonces Pro-Vicario Castrense, Monseñor Victorio Bonamín, expresó:
“Dios está redimiendo a la Patria a través de la sangre de sus Soldados”.
Transpolando situaciones, pero dentro de la misma guerra prolongada quizá hoy Dios esté redimiendo a la Patria a través del sacrificio de los Presos Políticos, sus Familias y allegados.
Quizá, y sólo quizá -en un intento de evitar el pecado de soberbia- nuestro nuevo sacrificio de hoy, sirva a la Redención de nuestra vapuleada Patria.
No tengo dudas que dentro del plan de Dios, ésta injusta (refiriéndome a la justicia de los hombres) etapa que debemos atravesar, conduce a un objetivo superior.
De ninguna manera se agota en sí misma.
Somos el testimonio viviente, el emblema de la mayor fractura del estado de derecho, en nuestros 200 años de vida.
Indudablemente, “esta modalidad neopunitivista”, que ha impuesto este gobierno, a través del terror generado sobre el poder judicial federal, un derecho penal marginado de todas las garantías constitucionales consagradas, conformó una justicia vindicativa y revolucionaria, totalmente apartada del Derecho.
Por equilibrio natural, ésta caerá por su propio peso.
Lo mismo ocurrirá con la miopía socialmente instalada de los DDHH.
DDHH a los que TODOS debemos propender, pero en su real dimensión.
DDHH de todos y para todos.
Dentro de muy poco tiempo, quizá en un lapso menor del imaginado, esta visión sesgada de la realidad pondrá fin a su dicho, y se ampliará el espectro, pudiendo evaluarse la realidad histórica reciente.
Si la Sociedad hace un aprovechamiento satisfactorio de esta negra etapa actual, intentará cicatrizar sus heridas y avanzar hacia un futuro venturoso.
Si el Señor de la Historia, nos brinda su alivio y fortaleza, superaremos las heridas y el agobio, llegaremos -gracias a su intersección- a ser la Nación identificada con la pasión por la verdad y el compromiso por el Bien Común, al que -sin dudas- aspiran la totalidad de hombres y mujeres de BIEN de nuestra Patria.
Y nosotros podremos enorgullecernos de haber sido un instrumento de esa redención; de haber puesto nuestras acciones, penas y sufrimientos, una vez más, al servicio de nuestra Patria.
Marcos Paz, 11 de julio de 2010
Escrito en cautiverio por el Tcnl. Víctor Gallo
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