sábado, 7 de mayo de 2011

OPERATIVO INDEPENDENCIA

En febrero de 1975, María Estela Martínez firma el decreto Nº 261/75, cuyo artículo primero dice: “El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán”.

Tiene así comienzo el “Operativo Independencia”.

Las características de esa provincia atrajeron desde un primer momento el interés de quienes se propusieron iniciar aquí la “guerrilla rural”.

Desde los tiempos ya remotos del “Comandante Uturunco”, hasta el desbaratado intento de Envar El Kadre.

Pues en ella coincidían una situación social crítica, derivada de los bajos precios pagados por el azúcar, con una naturaleza accidentada, cuyos bosques y montañas permitían actuar con relativa seguridad a los combatientes que operaran a su amparo, dificultando grandemente la represión.

Todo esto fue tenido en cuenta por el ERP, cuando resolvió actuar en Tucumán y crear en su ámbito una “zona liberada”, que pretendía segregar de la Argentina para requerir luego su reconocimiento internacional.

Al momento de dictarse el decreto citado, los planes guerrilleros ya estaban en marcha desde tiempo atrás.

Actuaba la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”, bautizada de ese modo en homenaje a un terrorista abatido en la zona.

Y tal actividad procuraba obtener el apoyo de la población civil, enfrentándola con las autoridades y las fuerzas de seguridad.

A tal fin empleábase simultáneamente el halago y el miedo pues, mientras se acudía al reparto gratuito de víveres, llegó a ejecutarse públicamente a pobladores que, de un modo u otro, hubieran colaborado con aquéllas: métodos que luego emplearía “Sendero Luminoso”, en Perú.

Mario Roberto Santucho visitaba de vez en cuando la región.

El “Operativo Independencia” resultó una guerra circunscripta, ardua, enconada y finalmente exitosa aunque larga.

Tanto que recién concluiría hacia fines de 1976, con la muerte del último oficial del ERP que se batía en el monte: el “teniente Mario”.

En su transcurso se libraron verdaderos combates, como los de Río Pueblo Viejo, Manchalá, Acheral, Las Mesadas, Los Higuerones, Potrero Negro o El Cadillal.

Pero, sobre todo, fue una guerra de desgaste, de acciones sorpresivas, de emboscadas, de encuentros casuales.

Y fue también una puja, como se dijo, para ganar la adhesión de los pobladores, que adhirieron al Ejército sin excepciones, tal como ocurriera en Bolivia durante 1967.

Si bien en las acciones referidas intervino casi exclusivamente el ERP, “Montoneros” pudo adjudicarse un éxito en Tucumán, consistente en el atentado que perpetró el 28 de agosto de 1975, al destruir, mediante explosivos colocados en la pista del aeródromo tucumano, un avión Hércules que transportaba efectivos de la Gendarmería Nacional, con un saldo de 6 muertos y 10 heridos.

Cuatro localidades de aquella provincia recibieron el nombre de militares caídos durante el “Operativo Independencia”: Teniente Berdina, Capitán Cáceres, Sargento Moya y Soldado Maldonado.

Terminaba febrero de 1975 cuando “Montoneros” secuestró a John Patrick Egan, cónsul honorario de los Estados Unidos en Córdoba, exigiendo por su libertad la de algunos terroristas, presos a la sazón. Al no acceder el gobierno a la exigencia, Egan fue torturado y luego muerto.

El 7 de abril, Buenos Aires sufrió uno de los atascamientos de tránsito más formidables que se recuerdan, quedando la ciudad prácticamente paralizada durante horas.

Si bien ello coincidió con una huelga de subterráneos, los efectos excedieron largamente el alcance razonable de su posible causa y muchos vieron en tal episodio un “ensayo general” de carácter insurreccional.

Antes que pasara una semana desde el gran atasco, ERP atacó la fábrica militar ubicada en San Lorenzo.

Se apoderó de mucho armamento y en la acción murió el coronel Arturo Horacio Carpani Costa, como así también varios de los atacantes.

Por su parte, el Partido Justicialista expulsó de su seno a Cámpora y las AAA amenazaron de muerte a David Stivel, Juan Carlos Gené, Sergio Renán, Luisina Brando, Leonor Manso, Alfredo Alcón, Federico Luppi, Inda Ledesma y Víctor Laplace.

El 17 de mayo, la guerrilla ataca con cohetes la casa de gobierno, en Córdoba.

Y, diez días después, el Buenos Aires Herald publica una estadística, según la cual, entre mayo de 1974 y mayo del 75, la violencia política ha cobrado 503 víctimas, que distribuye del modo siguiente: muertos de la izquierda, 191; muertos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, 113; además de 13 empresarios, un diplomático y 4 chicos, cuyas muertes cabe atribuir a la guerrilla, salvo el caso de algún menor, alcanzado accidentalmente por balas perdidas durante los enfrentamientos registrados.

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