viernes, 12 de agosto de 2011

MILAGRO DEL FUSIL KIRCHNERISTA

Fusiles rusos contra la policía jujeña..

A la policía la mandaron a reprimir, con cartucho de goma en sus escopetas, tuvieron que usar sus armas cortas contra esos fusiles que son
enviados por el bolivariano y que tienen todos los grupos de guerrilleros del mundo.


Su impacto en el cuerpo humano, es peor que el del Mauser pues su calibre, 7,61 x 19 , es el calibre ruso que es mas veloz que el del Mauser que es 7,65.

Estas calificaciones, se refieren al diámetro del plomo y 19 es el largo de él.

Este fusil, semiautomático, o sea que solo hay que gatillar seguido sin necesidad de subir un proyectil después de cada tiro, pues sube solo.

y además tiene un selector que lo convierte en automático, o sea ametralladora.

Por fin se supo a donde fueron a parar los 960 AK.47 que entraron de contrabando que fue detectado por la Gendarmería cuando entraban a nuestro país en un camión por la ciudad de Tres Arroyos y nunca se supo a donde fueron a parar, ni hay ninguna denuncia judicial por CONTRABANDO DE ARMAS, en ningún Juzgado Argentino, además hubo orden de callar a la Gendarmería sobre su actuación.

Tupac Amaru y la CCC usaron fusiles rusos contra las fuerzas policiales.

Las armas fueron llevadas por militantes desde Buenos Aires a Jujuy.

Hay 12 policías heridos de bala.

Fue lisa y llanamente un enfrentamiento armado.

Hay orden de silenciar a la prensa.

Por suerte están todavía las redes sociales por donde se filtra la información.

No olviden cuando se comento que habían detenido un container en 3 Arroyos cargado con fusiles AK 47.

Antes de eso habían pasado dos, unos con municiones y armas cortas y el otro con fusiles.

Ahora los están usando,

¿con que los paran?,

si la policía no tiene ni municiones para actuar, y no hablen solo de la CCC o de Tupac Amaru, hablen de las FARC que son socios de Milagro Sala.

Hace ya unos años andaba con el cuñado de Abigael Guzmán, Jefe de sendero Luminoso, y estuvo adoctrinada por Palomino Flores, el cuñado del primero y justamente en el ingenio Ledesma.


En vez de decir MILAGRO DE FUSIL, yo diría ..... EL FUSIL DE MILAGRO .....

sábado, 14 de mayo de 2011

EL COMBATE DE RIO PUEBLO VIEJO

El 14 de febrero de 1975 se libró el primer combate en los montes tucumanos entre efectivos del Ejército Argentino y del “Ejército Revolucionario del Pueblo” (ERP).

El hecho tuvo lugar en el contexto de la “Operación Independencia”, un conjunto de acciones militares y cívicas ordenadas por la entonces presidente de la Nación María Estela Martínez de Perón para “neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos”, tal el texto del Decreto firmado el 5 de febrero del mismo año.

El Ejército Revolucionario del Pueblo fue creado en 1970 por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) [1], organización de carácter marxista leninista [2] que pretendía la toma del poder y la instauración de la dictadura del proletariado en Argentina como parte de un plan más ambicioso que abarcaba toda la región latinoamericana.



El PRT, inspirado en el triunfo de la Revolución cubana, convencido, a la luz de lo que ocurría en la guerra de Vietnam, del inevitable triunfo del socialismo en el mundo, y entusiasmado por las consecuencias del “Cordobazo” [3] que significó el principio del fin del gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía, entendió que las condiciones para el inicio de la guerra revolucionaria en Argentina estaban dadas.

La creación del ERP fue una consecuencia lógica de ese pensamiento.
La llegada de un gobierno constitucional en mayo de 1973 no fue motivo para que el PRT-ERP abandonara la lucha armada.


Solamente apreció una diferencia entre la presidencia de Héctor Cámpora que le resultaba propicia para el fortalecimiento de sus unidades y la de Juan Perón que le sería hostil.

Si bien la revolución cubana inspiraba a los jefes de la organización, la metodología revolucionaria empleada en Argentina fue diferente.

En Cuba se aplicó la teoría “foquista”.

Esto es un foco de insurrección armada cuyo centro era el ejército de Fidel Castro que desde sus inicios en Sierra Maestra se fue fortaleciendo para luego avanzar triunfante hasta La Habana.

El PRT-ERP pensó que en Argentina los focos insurreccionales debían ser numerosos, combinando la agitación política con las acciones armadas tanto de pequeños grupos como de unidades militares más grandes. Las ciudades de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba y Tucumán, y la franja industrial de la costa del Río de la Plata fueron los lugares de mayor actividad del accionar revolucionario.

Desde su creación y hasta el inicio de la Operación Independencia, el ERP ejecutó resonantes operaciones militares como fueron el copamiento del Batallón de Comunicaciones 141 en Córdoba; el ataque al Comando de Sanidad del Ejército en la ciudad de Buenos Aires; el ataque a los cuarteles de Azul, en la provincia de Buenos; la toma de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos en Villa María, Córdoba y el intento de copamiento del Regimiento de Infantería Aerotransportado 17, en la ciudad de Catamarca, además de un sinnúmero de acciones consideradas menores como el copamiento de localidades, de dependencias policiales, robos, secuestros, asesinatos y atentados.

Pero si bien la organización aplicó en Argentina una metodología revolucionaria que puede considerarse original, la revolución cubana y la guerra de Vietnam siguieron ejerciendo su influjo al punto de intentar emularlas, salvando las distancias, con la apertura de un frente rural en la provincia de Tucumán.

Había otra razón, El FRIP (Frente Revolucionario Indo Popular), una de las organizaciones que dio lugar a la formación del PRT, tuvo sus orígenes en las provincias de Santiago del Estero, de donde provenía Roberto Santucho, su jefe, y de Tucumán.

El FRIP pensaba que la revolución debía nacer en esas zonas rurales. Posteriormente, con la creación del PRT y su tránsito ideológico al marxismo leninismo, se sostuvo que el sujeto de la revolución, su principal artífice, debía ser el proletario con conciencia de clase [4] de las zonas industriales.

No obstante ello, la idea de una guerrilla rural formaba parte de los deseos de no pocos dirigentes de ese partido. Nació de esa manera la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”, una de las fracciones dependientes del ERP y que operó en la provincia de Tucumán, fundamentalmente al sudoeste de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en una zona de cañaverales y monte que se extiende al oeste de la ruta 38 que conduce a Catamarca y sobre la cual se destacan las localidades de Famaillá, Monteros, Concepción y Villa Alberdi.

Esta “compañía” contó con el apoyo que le proporcionaban otros elementos del PRT-ERP que actuaban en la ciudad de Tucumán y con refuerzos que fueron llegando desde otros puntos del país, cuando se hizo necesario cubrir las bajas de combate.

En sus inicios, en febrero de 1974, la “Compañía de Monte” estuvo formada por unos 40 efectivos, cifra que aumentó rápidamente a 70, para llegar en alguna oportunidad a 200.

El primer contingente contó con fusiles FAL obtenidos del copamiento del Batallón de Comunicaciones de Córdoba, “casi un lujo para una guerrilla latinoamericana”. [5]

Ante la presencia guerrillera en la zona, en 1974, el gobierno nacional montó un operativo con efectivos del Ejército y de la Policía Federal que no dio resultados porque el ERP, alertado, se retiró de la zona a marcha forzada. Tiempo después regresó para tomar la localidad de Acheral y dar a conocer al resto del país el comienzo de la guerrilla rural.

Tras la muerte de Perón, el PRT apreció un pronunciado deterioro del gobierno nacional muy favorable para el sobre dimensionamiento del ejército revolucionario.

La tarea de reclutamiento y ejercitaciones militares prosiguieron durante el año 1974 pero se vieron afectadas por el fracaso del intento de copamientos del Regimiento de Infantería Aerotransportado 17 de Catamarca, en el mes de agosto.

Los atacantes pertenecían a la “Compañía de Monte” y en el paraje de Capilla del Rosario sufrieron una decena de bajas lo que provocó su retirada a Tucumán.

No obstante las pérdidas, para febrero de 1975, los efectivos guerrilleros en el monte oscilaban entre los 70 hombres con algunas mujeres (combatientes), sin contar los elementos de apoyo existentes en las localidades próximas y en la ciudad de Tucumán.

La “Operación Independencia” comenzó el 9 de febrero y fue conducida por el General Acdel Vilas, Comandante de la Vta Brigada de Infantería [6]. En su inicio tres Fuerzas de Tareas se asentaron en Lules, Santa Lucía y Los Sosa, tres localidades menores ubicadas sobre un eje paralelo al oeste de la ruta 38 en una zona mayormente de cañaverales, donde comienza el monte y el terreno empieza a elevarse. El puesto de comando de la Brigada se instaló en Famaillá.

En Los Sosa se ubicó la Fuerza de Tarea “Chañi” que contaba con dos Equipos de Combate (Unos 60 hombres cada uno) formados con efectivos del Grupo de Artillería de Montaña 5 (GAM 5) y del Regimiento de Infantería de Montaña 20 (RIM 20) respectivamente, ambas unidades provenientes de Jujuy.

A los cinco días de iniciada la operación se produjo el combate de Pueblo Viejo en el cual participé y del cual conservo hasta el día de hoy vivamente sus imágenes.


Los Sosa era un caserío -sin policía- ubicado al oeste de la localidad de Monteros, entre los ríos del mismo nombre y Pueblo Viejo que desde las sierras del Aconquija corren hacia el llano.

El 2 de noviembre de 1974, para “el día de las ánimas”, según la denominación que los pobladores daban al día de los difuntos, la “Compañía de Monte” había desfilado impunemente por el pueblo e izado la bandera del ERP (dos franjas horizontales celeste y blanca con una estrella roja en el medio) dejando en claro la existencia de una vasta “zona liberada” en la provincia.

Cuando la Fuerza de Tarea Chañi llegó a Los Sosa comenzó a hacer patrullajes diarios en los alrededores que tenían el doble propósito de reconocer el lugar y adaptar los soldados, muchos de ellos de la puna, a una nueva geografía.

Paralelamente se realizaron otras actividades como censar la población, controlar las existencias de alimentos imperecederos de los almacenes (probables lugar de aprovisionamiento de la guerrilla) y proporcionar asistencia sanitaria a los lugareños.

La Fuerza de Tarea tenía como Base la escuela del pueblo que resultó estrecha para albergar a sus dos Equipos de Combate e inapropiada desde el punto de vista táctico teniendo en cuenta un eventual ataque nocturno.

Por esa razón se decidió que el Equipo de Combate formado por efectivos del Grupo de Artillería 5 (los artilleros operaban como tropa de infantería) debía realizar un reconocimiento en una zona próxima al Río Pueblo Viejo a fin de establecer una segunda Base.


El día 14 de febrero el Equipo de Combate a órdenes del entonces Capitán Jones Tamayo inició una marcha en camiones por la ruta 38 hasta el sur del Río Pueblo Viejo y luego hacia el oeste hasta donde el terreno lo permitió. La marcha prosiguió a pié por una senda en el monte donde los hombres avanzaron encolumnados.

Formaban el Equipo dos secciones de unos 30 hombres cada una al mando del Subteniente Arias y del Subteniente Martínez Segón respectivamente.

Agregados íbamos el Teniente 1ro Cáceres y yo que éramos infantes y fuimos enviados desde Buenos Aires para completar los cuadros de la Brigada teniendo en cuenta nuestra experiencia en monte en el curso de “comandos” [7].

También iba el Mayor Bidone, segundo jefe de la Fuerza de Tarea, para interiorizarse del lugar probable donde se instalaría la nueva Base.

El ERP fue insistente en el intento de mostrar a los oficiales del ejército como burgueses (en el sentido peyorativo del término) que mandaban los soldados al frente como “carne de cañón”.

Una metodología de propaganda íntimamente relacionada con la guerra revolucionaria.

La circunstancia, agravada por que los soldados estaban en un ambiente y en una circunstancia desconocida hasta el momento, exigió una medida muy clara que desvirtuara la versión.

Se decidió que los oficiales y suboficiales entraran al monte a la cabeza de sus respectivas fracciones, es decir un poco más adelante de lo que marca la doctrina.

La medida tenía una ventaja adicional; al estar el oficial muy adelante no era necesario dar ninguna orden verbal.

Los soldados actuaban atentos a las señales o por simple imitación.

En horas de marcha, el silencio fue casi total a pesar de que eran 60 los hombres que avanzaban por una senda del monte.

Pasado el medio día se llegó a las compuertas del Río Pueblo Viejo.

El nombre del río hace alusión a las cercanas ruinas de Ibatín, el lugar de la primera fundación de la ciudad de Tucumán.

En las compuertas, Jones nos hizo saber que el camino de regreso sería distinto para evitar una posible emboscada en caso de que el enemigo nos hubiera visto pasar.


Regresamos en dirección oeste este por una senda que bordeaba el río, alejándose del mismo de a ratos, en una zona de monte.

Yo iba como jefe de la punta de infantería, la fracción más adelantada. No era el puesto para un Teniente sino para un Cabo o Cabo 1º pero formaba parte de la decisión que a la mañana se tomó respecto a la ubicación de los cuadros en el orden de marcha.

Mandé como hombre punta al Cabo 1º Orellana, un catamarqueño al que conocía de la Brigada de paracaidistas en Córdoba tres años antes.

Aparentaba tener menor edad y parecía que recién hubiera salido de la Escuela de Suboficiales, pero yo confiaba en él y no me defraudó.

La senda seguía serpenteando; el río se veía crecido por las tormentas del verano.

El calor de febrero, y más aún la prudencia, exigían una marcha lenta.

Tuve unos momentos de aprensión al entrar a uno de esos pequeños lugares con que el monte sorprende.

A la derecha de la senda encontré como un arco natural hecho de vegetación que entraba a un pequeño espacio, una especie de habitación formada por una cortina de árboles y maleza que cubrían también el “techo”.

Había menos luz y el suelo estaba muy húmedo.

Puse la rodilla en el suelo, apresté más aún el fusil y empecé a recorrer lentamente con la vista el lugar esperando no tener ninguna sorpresa.

No la hubo y proseguimos la marcha hacia el este, hacia la ruta 38.

La senda se bifurcó en otras dos paralelas.

Eran las cinco de la tarde aproximadamente.

Orellana tomó la derecha y yo la izquierda, más cerca del río.

Marchaba con el fusil tomado con las dos manos, como tantas veces se insiste, cuando de repente, a unos 20 metros, vi parado sobre la senda a un guerrillero.

La sorpresa fue mutua, pude ver la de él en su rostro.


Abrí el fuego y él escapó por unos matorrales.

Avancé tirando sobre los mismos a la altura de la cintura y más abajo, buscándolo.

Sobrepasé a alguien que me disparó con una escopeta.

Sentí un fuerte golpe y un dolor en la espalda y caí.

El fusil cayó de mis manos.

Hubo una pausa, un silencio, e inmediatamente empezaron los disparos de uno y otro lado.

Orellana también había caído en la otra senda.

Un disparo de FAL le hizo un surco en la espalda pero sin penetrarlo.

Un guerrillero se levantó para rematarlo pero se le trabó el arma y volvió a su posición.

Cuando volvió a asomarse Orellana disparó.

Desde el suelo grité ¡Cáceres, estoy herido! Cáceres fue uno de mis instructores en el curso de “comandos”.

En ese momento no nos llevábamos muy bien y lo tenía como un hombre de carácter difícil.

No obstante, durante los pocos días que estuvimos en Los Sosa, salíamos juntos de patrulla y fue naciendo una mutua confianza.

Pensé que me rescatarían cuando el ataque progresara pero Cáceres se lanzó solo al lugar donde estaba caído, en un pequeño claro en el monte.

A pesar del egoísmo de cualquier herido que desea una pronta atención, me pareció que estaba arriesgando demasiado.

Cuando le pregunté ¡¿qué está haciendo?!, me contestó ¡quedate tranquilo que ya te saco!

En ese momento nos dispararon con un FAL, Cáceres profirió un corto quejido y quedó inmóvil.

Después supe que la bala penetró por el hombro, se desvió en el omóplato y siguió directo al corazón.

No podía moverme y no sentía las piernas.

Vi un guerrillero adelante que me observó pero no me tiró seguramente para no delatar su posición teniendo en cuenta que en ese momento no era un peligro para él.

Estaba más atento a lo que ocurría detrás de mí.


El Subteniente Arias estaba desplegando como podía, en la espesura, su sección y comenzaba a avanzar.

Martínez Segón y sus hombres se tiroteaban a través del rió con una fracción guerrillera más numerosa.

Pensé ¿y si quiere rematarme?

No podía tomar el fusil sin que se diera cuenta. Lentamente saqué la granada y luego de activarla se la arrojé.

Explotó muy cerca de él pero ya estaba muerto.

Varios disparos de FAL le llegaron antes, eso creo.

Vi como la sección de Arias me sobrepasaba abriendo fuego desde la cadera.

Fugazmente pensé: ¡los soldados andan bien!

Pero volví inmediatamente a mi realidad.

Estaba inmovilizado, me dolía mucho la espalda y me salía sangre de la boca.

No sé cuánto tiempo pasó; los disparos proseguían sin interrupción.

Fui llevado a un puesto de reunión de heridos.

Allí vi a Arias.

Estaba parado inmóvil y le salía sangre del cuello.

Un disparo de escopeta Itaka lo alcanzó pero tuvo la suerte que ningún perdigón penetrara demasiado.

Todavía alcanzó a hacer unos disparos sobre un guerrillero.

También estaba Orellana, sentado y algo encorvado.

Se veía el dolor en su rostro.

El Capitán Jones estaba a nuestro lado tratando de comunicarse con dos helicópteros que se aproximaban.

Si no me sacan en helicóptero no llego, le dije.

En la radio de Jones, que un disparo de la guerrilla le había cortado la antena y que recibía pero no transmitía, se escuchó nítida la voz de un helicopterista que dijo:

“¡Si no hay identificación voy a disparar sobre los que están al sur del río!”.

Los que estábamos al sur éramos nosotros.

La masa del contingente guerrillero estaba al norte, salvo la fracción adelantada que había cruzado y luego de enfrentarse con muestra punta estaba en retirada con bajas.

Jones no pudo comunicarse y el piloto, Capitán Grandinetti, nos disparó dos cohetes.

El segundo explotó cerca en el mismo instante en que Jones lograba comunicarse.

Sentí nuevamente los disparos del helicóptero pero esta vez sobre el lado norte del río.

Jones se veía relativamente calmo dando órdenes a pesar de la presión que se ejercía sobre él.

Grandinetti le había tirado dos cohetes; de sus dos Secciones, que seguían combatiendo, llegaban informes y además los heridos lo mirábamos casi permanentemente esperando alguna señal sobre nuestra evacuación.

Solucionada la comunicación con las aeronaves y en retirada el enemigo, se organizó el rescate de los heridos.

Previamente el Mayor Bidone y el Subteniente Martínez Segón con un grupo de soldados, lograron cruzar el río pero luego de que la correntada los arrastrara muchos metros.

El único lugar donde podía bajar un helicóptero era en el río que, aunque crecido, mostraba un pequeño islote de piedras.

Los guerrilleros que estaban en la margen norte se habían retirado pero no existía la certeza de que el área estuviera totalmente despejada.

Un solo guerrillero que hubiera quedado en la otra orilla podría haber dado cuenta de la máquina.

Pero Grandinetti bajó lo mismo y nos rescató.


En ese momento no lo supimos pero nos habíamos enfrentado a la totalidad de la “Compañía de Monte” que se estaba yendo de la zona para que el Ejército cayera en el vacío.

Marchando ellos de norte a sur y nosotros de oeste a este, las posibilidades de que nos encontráramos al mismo tiempo en el cruce de los caminos de marcha eran muy escasas y sin embargo se dio; con tal sorpresa que durante mucho tiempo ambos bandos creyeron que habían sido emboscados por el oponente [8].

La Compañía de Monte” estaba al mando de Hugo Irurzún, nombre de guerra “Capitán Santiago”.

Posteriormente fue herido en el combate de Manchalá, en mayo, y como no tuvo una buena recuperación tuvo que bajar del monte y fue reemplazado [9].

Irurzún decidió replegarse rápidamente siguiendo la doctrina de que la guerrilla no debe empeñarse en un combate que no ha elegido previamente en tiempo y lugar. No obstante no se fue muy lejos.

Para mí, al llegar al Hospital Militar de la ciudad de Tucumán, el combate de Pueblo Viejo había terminado.

Pero no terminó para el Equipo de Combate.

Tiempo después los oficiales me relataron lo que sucedió después de la evacuación de los heridos y los tres muertos (el Teniente 1ro Cáceres y dos guerrilleros cuyos nombre eran Laser y Toledo).

Un helicóptero regresó trayendo al Teniente Iglesias, del RIM 20, que se agregó como reemplazo del Subteniente Arias.

En el lugar del combate se recogieron dos fusiles FAL y un cargador de una pistola ametralladora PAM, arma que habría pertenecido a un tercer guerrillero muerto, conocido como “Carlos”, que cayó herido al río y la correntada se llevó su cuerpo.

Luego del combate un tercio de la munición estaba consumida. Jones ordenó desarmar las cintas de de las ametralladoras pesadas (MAG) y entregar cinco proyectiles a cada soldado.
Aprestados nuevamente los efectivos, se inició la marcha de regreso.

Estaba oscureciendo cuando en un claro de monte el Subteniente Martínez Segón que se desempeñaba como “punta de infantería” detectó el dispositivo de una emboscada enemiga.

Inmediatamente se batió la zona con disparos reunidos de FAL que los oficiales marcaron con munición “trazante” [10].

Descubierta la emboscada esta perdió su gran efectividad: la sorpresa. Los guerrilleros se dieron a la fuga.

El Equipo de Combate continuó la marcha y llegó a la zona donde había dejado los vehículos, a las 23 horas.

Para llegar a Los Sosa la columna de camiones pasó por Monteros, la localidad que está sobre la ruta 38.

Era carnaval.

Los hombres pudieron observar los bailes y escuchar la música.

El mundo seguía andando ajeno a los hechos de violencia y muerte ocurridos no muy lejos de allí.

Al llegar a la Base el Equipo de Combate formó en cuadro a la luz de la luna.

Se rezó por las almas del Teniente 1ro Cáceres y de los otros muertos, y se pidió a Dios por la recuperación de los heridos.

La formación concluyó con un ¡¡Viva la Patria!!

Al día siguiente el Equipo de Combate volvió al monte donde permanecería hasta el mes de julio de 1980.

La Fuerza de Tarea Chañi cambió de nombre y pasó a llamarse “Capitán Cáceres” [11].

Pero ¿Qué pasó con la “Compañía de Monte”? Probablemente esa noche se reorganizó y prosiguió su marcha hacia el sur, afuera de la zona de operaciones del ejército para que éste “cayera en el vacío”.

Pero el plan del ejército en 1975 era distinto al de 1974. No tenía previsto retirarse de sus objetivos independientemente de la presencia o no de guerrilleros.

La “Compañía de Monte” no podía estar indefinidamente fuera de la zona donde se estuvo preparando tanto tiempo y que era cara a sus sentimientos revolucionarios.

Volvió y en el transcurso de ese año y el siguiente se produjeron unos cien enfrentamientos, pequeños la mayoría de ellos salvo los de Manchalá y Acheral.

Para fines de 1975 la actividad de la compañía guerrillera era escasa y un año después casi había desaparecido.

El Combate del Río Pueblo Viejo no tuvo una importancia que llegara a modificar la marcha de las operaciones para ninguno de los bandos.

Sí incidió en lo que hace al aspecto espiritual de la aptitud para el combate de los soldados. La propaganda del ERP fue desvirtuada.

Ningún soldado murió o fue herido en ese enfrentamiento.

Confiando en sus superiores se adaptaron rápidamente al terreno y combatieron con determinación.

El ejército perdió un brillante oficial pero su muerte heroica no fue olvidada y ha quedado como ejemplo de valor y camaradería.

Tucumán también lo recuerda dando su nombre a un pueblo que el ejército construyó en las proximidades del lugar al año siguiente.

En lo estrictamente personal tuve una enseñanza de vida. El hombre de carácter difícil con el que alguna vez tuve un roce y que alguna vez también despertó mi desconfianza murió en el intento de salvarme.

Él constituye también un pequeño rincón, ignorado para muchos, inolvidable para unos pocos, de la historia argentina.

Rodolfo Richter
Teniente Coronel (R)



1.- Partido Revolucionario de los Trabajadores. Resoluciones del V Congreso y de los Comité Central y Comité Ejecutivo Posteriores.



Ediciones El Combatiente, Buenos Aires, 1973, pp. 83-87



2.- El PRT se fundó en mayo de 1965 a partir de la confluencia del FRIP (Frente Revolucionario Indo Popular) y PO (Palabra Obrera). El FRIP se gestó en las provincias de Santiago del Estero y Tucumán.



En su seno convivían tendencias distintas que fueron evolucionando desde el nacionalismo hacia el marxismo.



Entre sus referentes estaba Mario Roberto Santucho, posteriormente el máximo líder del PRT-ERP.



El PO era una organización trotskista.



Al principio prevaleció el trotskismo del PO pero luego, a partir del IV Congreso partidario, comenzó a imponerse la línea marxista leninista.



(Ver Dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores.



Historia del PRT, 25 años en la vida política argentina. Editorial 19 de julio, Buenos Aires, 1990).



3.- Acción insurreccional acaecida tras una huelga de trabajadores industriales y estudiantes ocurrida en la ciudad de Córdoba el 29 de mayo de 1969.



4.- El obrero con “conciencia de clase” es el que entiende que su lucha no es por meras reivindicaciones salariales sino que tiene un carácter exclusivamente político y que busca el triunfo sobre la burguesía y la toma del poder.



5.- Luis Mattini. Hombres y mujeres del PRT-ERP, de Tucumán a La Tablada.



De la Campana, Lanús, 2003. p. 289.



6.- Las unidades de la Vº Brigada tenían sus asientos en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy.



7.- Especialidad que capacita para realizar operaciones de paracaidistas, monte, localidades y zonas áridas.



8.- Así lo consignó la revista Estrella Roja del mes de marzo de 1975 que editaba el ERP.



En la misma también se rindió homenaje a sus caídos señalando el valor demostrado ante la emboscada enemiga.



9.- Gorriarán Merlo, Enrique. Memorias de Enrique Gorriarán Merlo.



De los setenta a La Tablada. Planeta, Buenos Aires, 2003, pp. 266-267.



10.- Munición que marca en forma incandescente toda su trayectoria y el lugar de impacto.



11.- A su vez el Equipo de Combate del GAM 5 pasó a llamarse “Pueblo Viejo” y el del RIM 20 “Los Sosa”.



















































sábado, 7 de mayo de 2011

OPERATIVO INDEPENDENCIA

En febrero de 1975, María Estela Martínez firma el decreto Nº 261/75, cuyo artículo primero dice: “El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán”.

Tiene así comienzo el “Operativo Independencia”.

Las características de esa provincia atrajeron desde un primer momento el interés de quienes se propusieron iniciar aquí la “guerrilla rural”.

Desde los tiempos ya remotos del “Comandante Uturunco”, hasta el desbaratado intento de Envar El Kadre.

Pues en ella coincidían una situación social crítica, derivada de los bajos precios pagados por el azúcar, con una naturaleza accidentada, cuyos bosques y montañas permitían actuar con relativa seguridad a los combatientes que operaran a su amparo, dificultando grandemente la represión.

Todo esto fue tenido en cuenta por el ERP, cuando resolvió actuar en Tucumán y crear en su ámbito una “zona liberada”, que pretendía segregar de la Argentina para requerir luego su reconocimiento internacional.

Al momento de dictarse el decreto citado, los planes guerrilleros ya estaban en marcha desde tiempo atrás.

Actuaba la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”, bautizada de ese modo en homenaje a un terrorista abatido en la zona.

Y tal actividad procuraba obtener el apoyo de la población civil, enfrentándola con las autoridades y las fuerzas de seguridad.

A tal fin empleábase simultáneamente el halago y el miedo pues, mientras se acudía al reparto gratuito de víveres, llegó a ejecutarse públicamente a pobladores que, de un modo u otro, hubieran colaborado con aquéllas: métodos que luego emplearía “Sendero Luminoso”, en Perú.

Mario Roberto Santucho visitaba de vez en cuando la región.

El “Operativo Independencia” resultó una guerra circunscripta, ardua, enconada y finalmente exitosa aunque larga.

Tanto que recién concluiría hacia fines de 1976, con la muerte del último oficial del ERP que se batía en el monte: el “teniente Mario”.

En su transcurso se libraron verdaderos combates, como los de Río Pueblo Viejo, Manchalá, Acheral, Las Mesadas, Los Higuerones, Potrero Negro o El Cadillal.

Pero, sobre todo, fue una guerra de desgaste, de acciones sorpresivas, de emboscadas, de encuentros casuales.

Y fue también una puja, como se dijo, para ganar la adhesión de los pobladores, que adhirieron al Ejército sin excepciones, tal como ocurriera en Bolivia durante 1967.

Si bien en las acciones referidas intervino casi exclusivamente el ERP, “Montoneros” pudo adjudicarse un éxito en Tucumán, consistente en el atentado que perpetró el 28 de agosto de 1975, al destruir, mediante explosivos colocados en la pista del aeródromo tucumano, un avión Hércules que transportaba efectivos de la Gendarmería Nacional, con un saldo de 6 muertos y 10 heridos.

Cuatro localidades de aquella provincia recibieron el nombre de militares caídos durante el “Operativo Independencia”: Teniente Berdina, Capitán Cáceres, Sargento Moya y Soldado Maldonado.

Terminaba febrero de 1975 cuando “Montoneros” secuestró a John Patrick Egan, cónsul honorario de los Estados Unidos en Córdoba, exigiendo por su libertad la de algunos terroristas, presos a la sazón. Al no acceder el gobierno a la exigencia, Egan fue torturado y luego muerto.

El 7 de abril, Buenos Aires sufrió uno de los atascamientos de tránsito más formidables que se recuerdan, quedando la ciudad prácticamente paralizada durante horas.

Si bien ello coincidió con una huelga de subterráneos, los efectos excedieron largamente el alcance razonable de su posible causa y muchos vieron en tal episodio un “ensayo general” de carácter insurreccional.

Antes que pasara una semana desde el gran atasco, ERP atacó la fábrica militar ubicada en San Lorenzo.

Se apoderó de mucho armamento y en la acción murió el coronel Arturo Horacio Carpani Costa, como así también varios de los atacantes.

Por su parte, el Partido Justicialista expulsó de su seno a Cámpora y las AAA amenazaron de muerte a David Stivel, Juan Carlos Gené, Sergio Renán, Luisina Brando, Leonor Manso, Alfredo Alcón, Federico Luppi, Inda Ledesma y Víctor Laplace.

El 17 de mayo, la guerrilla ataca con cohetes la casa de gobierno, en Córdoba.

Y, diez días después, el Buenos Aires Herald publica una estadística, según la cual, entre mayo de 1974 y mayo del 75, la violencia política ha cobrado 503 víctimas, que distribuye del modo siguiente: muertos de la izquierda, 191; muertos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, 113; además de 13 empresarios, un diplomático y 4 chicos, cuyas muertes cabe atribuir a la guerrilla, salvo el caso de algún menor, alcanzado accidentalmente por balas perdidas durante los enfrentamientos registrados.

viernes, 18 de marzo de 2011

CARLOS MANUEL ACUÑA DECLARO NUEVAMENTE EN TUCUMAN

Llegó citado por la defensa del General Luciano Benjamín Menéndez y ante el Tribunal Oral Federal aseguró que sería tremendamente objetivo en su testimonio, haciendo un relato histórico de la época, aunque adelantó que en el año transcurrido desde su anterior visita a la provincia, había recogido muchísima información nueva con la que estaba terminando un libro que sin duda causará revuelo, en el que se refiere a “decenas” de personas que fueron militantes guerrilleros y luego pasaron a ser parte de las Fuerzas Armadas a quien le brindaron valiosa información.

Como siempre el testimonio de Acuña no pasó inadvertido para nadie, “unos y otros” escucharon silenciosamente su relato y si bien por supuesto se veía rostros compungidos y las opiniones a la salida de la audiencia estaban divididas, todo se desarrolló en un marco de absoluto respeto.

Uno puede estar de acuerdo ó no con lo que dice, pero lo que no se puede discutir es que maneja información importante y que ha estudiado muchísimo sobre el tema.

También yo intentaré ser objetiva y salvo la introducción para ubicarlos en el lugar, me limitaré a transcribir su relato para que cada uno saque sus propias conclusiones.

Acuña llegó a Tucumán en el vuelo del lunes a la tarde, y bajó del avión en silla de ruedas ya que debido a su estado de salud, camina con mucha dificultad.

Sin embargo venía con toda la fuerza que le da “su compromiso con la Patria” según dijo a éste medio y la seguridad que le brinda el conocimiento sobre el tema.

A la noche comió con familiares de Menéndez y algunos amigos, en un restaurante típico de Yerba Buena, “el Lola Mora” donde se dio el gusto (pese a su estricta dieta y sólo por ésa noche) de comer empanadas tucumanas bien picantes, después pidió humita en chala y de postre quesillo con miel de caña que “saboreó” mientras charlaba animadamente.

A la mañana se levantó en un hotel frente al Parque 9 de Julio, preocupado porque su azúcar había subido muchísimo y en taxi se trasladó al edificio del Tribunal Oral Federal en donde debía declarar como testigo de Luciano Benjamín Menéndez.

Llegó espantado con el tráfico de esta ciudad, que efectivamente es un caos, contando que demoró más de media hora para atravesar las menos de 10 cuadras que separaban al hotel del TOF. Cuánta razón tenía en despotricar Acuña, cualquier tucumano puede dar fe de eso. Y al caótico tráfico lo dificulta aún más el corte en la cuadra donde se realiza este juicio, que despierta TAN poco interés de la gente y al que asisten no más de una veintena de personas, pero en el que se hace un operativo descomunal con vallas de seguridad y gendarmes que custodian el edificio, donde sinceramente no hay ningún desborde ni manifestaciones de ningún tipo.

Estaba previsto que la audiencia, fijada para las 11 de la mañana, comenzara con el testimonio de Carlos Ruckauf, también presentado por los abogados defensores de Menéndez quien hablaría por video conferencia, pero una vez más la tecnología falló y su declaración fue pasada para el próximo martes.

La sala de audiencia presentaba un aspecto diferente que para nadie pasó inadvertido. Por primera vez desde que comenzó este juicio, el sector destinado a familiares de los imputados estuvo colmado.

Hasta ayer, ninguna persona allegada a ellos había asistido a presenciar el juicio, sin embargo, el interés que despertaban los testimonios de Ruckauf y Acuña y evidentemente el apoyo que quisieron demostrarle al testigo, hicieron que varias personas hicieran un alto en sus actividades para concurrir, algo que después admitieron, les resultó bastante interesante.
Del lado de la querella y familiares de las víctimas, hubo poco más de una decena de personas, pero nobleza obliga, hubo respeto, tolerancia y silencio durante toda la jornada aun cuando hubiesen disentido.

En la sala no hubo abucheos de ningún tipo (hacia ninguno de los testigos) y salvo algunas escaramuzas lógicas entre abogados de uno y otro lado, excelentemente resueltas por el Presidente del Tribunal, el silencio reinó a lo largo de toda la audiencia.

Ronda de testigos:

A las 11 y 20 se inició la audiencia. Ocurrió algo inusual ya que el Tribunal en pleno estaba sentado en el estrado esperando a los abogados y al Fiscal que llegaron corriendo generando las risas de todos.

El primero en pasar fue el ex policía Reinaldo Contreras, quien estuvo dubitativo y poco preciso, luego declaró el mecánico armero de Gendarmería, Víctor Aranda, quien escuchó el informe en el dio detalles del armamento (de guerra y civil), que según la Policía, secuestró en la casa donde estaban los cinco guerrilleros muertos en este enfrentamiento ó allanamiento.

Como cosa llamativa dijo que para guardar toda esa cantidad de armas, sería suficiente un espacio de 1.30 aproximadamente por 30 cm, tema que viene siendo muy discutido por las partes en cuanto a que unos afirman que en la casa no había espacio para ese armamento que denunciaron había y otros aseguran que el armamento existía, lo cual deberá resolver obviamente el tribunal y no nosotros.

Tras estos dos testimonios, el Presidente del Tribunal Gabriel Casas anunció un cuarto intermedio de veinte minutos para almorzar.

Almuerzo frugal:

El bar situado al lado del edificio del Tribunal Oral Federal parecía un hormiguero en donde reinaba “la tolerancia”, si ese minúsculo reducto de calle Chacabuco hubiese podido mostrarse en pantallas, seguro más de uno hubiese quedado atónito y gratamente satisfecho, parecía querer demostrar que convivir pacíficamente en Argentina respetando a quienes piensan diferente, es posible y está ahí, a la vuelta de la esquina.

En una mesa se sentaron los integrantes del TOF, Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y el cordobés Pérez Villalobo quien ha sido cuestionado por el Dr. Adolfo Bertini por algunas razones como el haber sido visto en el Museo de la Memoria ó el haber jurado, según dijo en la audiencia, por la memoria de los muertos en Trelew.

Pérez Villalobo integró el tribunal que en diciembre pasado condenó a Menéndez, Videla y otros a prisión perpetua en Córdoba, ese mismo Tribunal que no le permitió a Acuña declarar en Córdoba, aun cuando ya estaba en el TOF de esa ciudad listo para dar su testimonio. Sin embargo ayer, sorpresiva y civilizadamente, Acuña junto al Coronel José María Menéndez (hermano del General imputado en la causa) se sentaron en una mesa contigua a la de los integrantes del Tribunal.

En otra mesa muy cerca estaban un grupo de señoras, familiares y amigas de los Menéndez, en otra el Secretario del Tribunal Oral federal junto a otros empleados afectados al juicio y en la restante un grupo de policías.

Todos democráticamente comieron las tartas y minutas que se sirven en el sencillo lugar menú con el que debió conformarse Acuña al no conseguir el “bife de chorizo” que pedía a viva voz.

Que pase el testigo Carlos Manuel Acuña:

Mientras Carlos Manuel Acuña volvía al TOF luego de su improvisado almuerzo, se sintió desde la vereda el llamado a que entre a la sala y se sorprendió…no podía caminar más rápido, lo hacía con dificultad apoyado en su bastón, por lo que debió ingresar por una puerta lateral y hacer el juramento “por Dios y los Santos Evangelios” ya desde el banquillo en el que debía sentarse y luego de saludar desde ese mismo lugar a los integrantes del Tribunal Oral. En la Sala hubo silencio total…

La causa en trámite, denominada “Romero Niklinson” investiga la muerte de cinco militantes montoneros que al momento de los hechos estaban reunidos en una casa de la calle Azcuénaga, en la ciudad de Tucumán. Ellos eran:

María Alejandra Niklinson, Fernando Saavedra Lamas, Juan Carlos Meneses, Atilio Brandsen y Eduardo González Paz.

En ese momento habían salido por unos minutos de la casa, el marido de María Alejandra Niklinson con su hijita de 1 año y 4 meses, Alejandra Romero, hoy abogada querellante.

Todos menos Saavedra Lamas que logró escaparse, murieron allí mismo. Saavedra Lamas fue perseguido y lo mataron cerca de la Iglesia del barrio en donde está ubicada la casa. Mientras las FFAA sostienen que alertados sobre esa reunión allanaron la vivienda y se produjo un enfrentamiento, la querella insiste que todos ellos fueron asesinados porque dicen habrían muerto por “estallido de cráneo”.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal deberá fallar la próxima semana en base a los testimonios y pruebas presentadas.

El testimonio de Acuña:

Adolfo Bertini, abogado defensor del General Menéndez, le pide a Carlos Manuel Acuña que explique cuál era el contexto político en mayo de 1976, cuando se produjo el hecho en cuestión y cuál era el ambiente social de esa época.

Acuña: Habida cuenta de que el año pasado hubo alguna desinteligencia en base a mis declaraciones, quiero decir que mi testimonio será estrictamente profesional en mi carácter de historiador y que hablaré con toda objetividad, y decir también que desde el año pasado cuando declaré, hasta hoy, surgieron muchísimas novedades

Dr. Casas (Presidente del Tribunal) interrumpe:

Señor Acuña, hable tranquilo, este es otro juicio y sus declaraciones del año pasado no serán tenidas en cuenta acá

Acuña: Voy a la pregunta.

En aquella época había convulsiones como nunca antes se vivió en la historia moderna.

Mucha intranquilidad social.

Había lo que se llamaba “bandas revolucionarias”, la más importante la organización Montonera, luego el ERP y después bandas menores que eran desprendimientos de esas dos con fines tácticos.

En el año 76 había un gobierno civil que presidía Isabelita, María Estela Martínez de Perón para ser más exacto, la mujer de Perón, que no tenía poder interno ni capacidad para establecer orden.

Podría decir que se reclamaba a viva voz la intervención militar para dar término al caos reinante.

En verdad todos los días explotaban bombas, había atentados, morían inocentes.

Podríamos abundar en detalles…

En 1976 los centros urbanos sufrían con mayor intensidad los embates de la guerrilla y habían focos en las zonas rurales adiestrados por Ernesto Guevara de la Serna, “el Che”.

Un error fue que ellos no tuvieron el apoyo que imaginaron en los sectores rurales ni en el campo, por eso era que las acciones se desarrollaban principalmente en la ciudad.

Era una “nueva guerra” que aparecía no como fenómeno nacional sino como un fenómeno regional como podemos ver si nos transportamos a ésa época en países vecinos como Chile ó Uruguay por ejemplo.

Podemos decir que era una época de anormalidad absoluta. No había seguridad, la vida social se paralizaba con la entrada del sol, había enfrentamientos entre Fuerzas de seguridad y diferentes “bandas”, muchas muertes, bombas en lugares emblemáticos.

También quiero destacar la capacidad operativa que tenían esas bandas:
Inteligencia propia que los llevaba a tener infiltrados

Importantes armamentos, desde granadas propias (Montoneros), otras de origen español y además fusibles, armas cortas de toda naturaleza pero de primera calidad. Era tan avanzada la capacidad bélica que hasta tenían “fábrica de armamentos”.

Otra arma era la famosa ametralladora FAL mejorada.

En cuanto a la situación política, los políticos no daban ideas, para calificarlo de alguna manera, adoptaban una “actitud distraída”.

Excepto en un momento que en el Congreso, agrega, los Diputados pidieron en forma agresiva una solución de “manera violenta a la guerrilla”.

Como por ejemplo Alberto Stecco que era un diputado gremialista que dijo en pleno recinto:

“hay que sacarlos como tejos y matarlos como ratas” y no fue el único.

Cuando toman conciencia de la gravedad de la situación

Haciendo memoria, continuó el señor Acuña, el reguero de muertes comenzó con la bomba que estalló en un edificio de la calle Posadas, en donde estaban reunidos importantes militantes allá el año 1964.

Ese estallido no sólo produjo varios muertos sino que además arrojó una serie de datos muy importantes que las Fuerzas de Seguridad recogieron de entre los escombros. Hasta entonces, nadie pensaba dentro de las FFAA que la situación era TAN GRAVE.

Hasta entonces sólo se pensaba que era un proceso revolucionario que con políticas adecuadas podrían erradicar.

Recién ahí, en base a planos que recogen, se dan cuenta y toman conciencia de lo que se venía en Argentina.

La rama de inteligencia de las FFAA tenía gente muy capaz, pero entendieron que no tenían capacidad para “operar” y que entonces debían apoyarse en otras ramas del Ejército ó Fuerzas de Seguridad.

Esto se soluciona cuando María Estela Martínez de Perón pone POR DECRETO, en funciones a las FFAA.

Se crea un estado de fuerzas significativo pero no suficiente, por lo tanto en 1976, las Fuerzas Armadas, al NO PODER PONER ORDEN, toman el poder.

Interrumpe Bertini y dice:

Mi pregunta señor Acuña, está referida específicamente al año 76 y en particular a la organización montonera.

En ése ámbito me gustaría nos cuente que significaba ese “brazo armado” y cómo se sostenía económicamente.

Acuña: Montoneros se diferencian del ERP porque estos los tenían como brazo armado. Montoneros en sí mismo constituía un EJÉRCITO.

En algunos lugares montoneros adoptan un “subtítulo” de “Evita montonera” y luego, “Ejército de liberación nacional”.

Se estuvieron formando en Cuba desde el 68 con una organización llamada “Olas” (Organización solidaria latinoamericana). Si tomamos en cuenta eso, podemos decir que la situación bélica de Montoneros era cuasi profesional.

La “Guerra”

La guerra se encuadra dentro del concepto de guerra fría que regía para ésa época. Diría que eso sucedía en función del equilibrio nuclear, dice acuña mientras sigue el silencio en la sala y la atención por parte de todos y seguramente por diferentes motivos, es total.

Argentina, explica Acuña, fue elegida como blanco por diferentes razones:
Productor de alimentos

Población blanca sin conflictos religiosos ni raciales

Capacidad tecnológica importante

Geografía atractiva

El perfeccionamiento con que gozaba montoneros producía actos armados sumamente importantes que llevaron a las FFAA a la guerra.

Este sistema, esta planificación, quería responder a experiencias muy conocidas en otros países como Francia con Argelia, por ejemplo, o EEUU con Vietnam.

La situación más grave que se vivía era con Chile, en donde se apuntaba a una “frontera flexible” que permitiera actos subversivos en los dos países.

Algunos traidores:

Carlos Manuel Acuña siguió con su relato, basado en años de estudios e investigaciones sobre el tema. Y habló de las traiciones cometidas dentro de las bandas…

Contó que hay un antecedente, cuando uno de los cinco hombres más importantes de la custodia de Ernesto Guevara de la Serna (siempre lo nombró así), fusiló a un militante de su propia tropa por considerarlo “traidor”.

Entre estas personas hay gente como Graciela Daleo dijo con fuerza, que hoy es testigo en diferentes juicios. Personas dijo Acuña, que intervinieron en “fusilamientos” aunque para la legislación local serían “actos prescriptos” afirmó, pero van a haber sorpresas dijo porque “hay decenas, sino cientos de personas que militaron en la guerrilla y luego pasaron a dar informes a las FFAA”

Bertini vuelve a interrumpir: Para mí la pregunta está contestada.

¿Y con respecto a cómo se sustentaban?

Le pregunta al testigo

Acuña: Las FAP tuvieron en parte la función de juntar recursos para el futuro. En segundo lugar, hubo muchísimos secuestros, INFINIDAD de secuestros.

En las provincias más industrializadas como Córdoba y con menos índice de desocupación, hubo innumerables secuestros.

El Tribunal tiene un trabajo realizado por mí con todos los secuestros y montos de hasta 5 millones de dólares, dijo mirando a los jueces y siguió.

También hubo un secuestro famoso, prosiguió Acuña, el de los hermanos Born de 60 millones de dólares que en aquella época fue algo impresionante.
Y esos millones que “recaudaban” fueron en parte para mejorar el sistema militar, otros partieron a Cuba y otra parte importante le fue entregado a la mano derecha de Galimberti el “Beto Ahumada” que se llevó un valijón con 5 millones y se “esfumó” en el aire.

Se fue a otra parte del mundo en donde seguramente vivía muy bien, dijo en tono irónico.

Montoneros tenía muchísimo dinero, aseguró, se pudo comprobar incluso en algunos allanamientos y además se veía en el despliegue que realizaban con automóviles seguros, viajes de ida y vuelta a la Habana vía México o vía Europa.

Y volvió sobre el tema ES IMPORTANTE DECIRLO, que muy buena parte de la dirigencia guerrillera fue CAPTADA por las Fuerzas armadas y entraron a trabajar con los militares afirmó de manera insistente.

Otro ejemplo señaló, Roberto Cocloz era el jefe de inteligencia del ERP y terminó trabajando para la Armada. ERA UN PROFESOR DE LA INTELIGENCIA

Roberto Quieto, hombre de inteligencia de Montoneros especialista en seguridad había dictado normas incluidas para aquellos que caían prisioneros sobre cómo debían comportarse prosiguió.

Quieto fue detenido en una playa, creo que era Vicente López, había una reunión de familia vulnerando todas las normas de seguridad dijo, nadie cree que haya sido un acto improvisado, repito IMPROVISADO dijo con más fuerzas.

Y Quieto entregó a infinidad de personas, estuvo detenido mucho tiempo, un día desapareció, se fugó.

Tenemos informes blindados. (Acá debo hacer un paréntesis y contar que en una conversación por aparte alguien consultó a Acuña que significaba eso a lo que explicó que:

Quieto Argeñaras era un hombre inteligentísimo, se sospecha que se ubicó en una playa cercana a la Quinta de Olivos, cosa que él mismo enseñaba no hacer para evitar ser capturado y se sospecha dijo que habría arreglado su detención.

Este dio información valiosa sobre “Casas seguras”, lugares de depósitos de armas, documentación, listas de personas y personas en capital y el interior manifestó Acuña.)

Hay informes secretos que salen a la luz y después vuelven a esconderse, dijo. Lo más probable respecto a Quieto Argañaraz, es que haya cobrado y desaparecido de escena dijo luego…

Acuña sostuvo que ninguna de las personas que se cambiaron de bando fueron asesinadas, por el contrario sostiene que habrían cobrado fuertes sumas y obtenido en algunos casos pasajes al exterior.

Dijo también que “aquellos que fueron “COOPTADOS” por las FFAA han entregado aproximadamente al 25 % de los militantes y permitido encontrar depósitos de armamentos e información valiosa. Gracias a ellos “la guerra se acortó”.

Prosiguió: Yo en el último año he estado investigando éste tema. Me he inspirado en un libro escrito y publicado por Álvaro Alfonso en Uruguay, se llama creo “Los informantes comunistas” que detalla la importante cantidad de dirigentes guerrilleros de ese país que luego fueron informantes del Ejército uruguayo.

Preguntas, cambios de opiniones y tensa calma para usar una frase archi conocida:

Interrumpe el Dr. Ciro Lo Pinto en su carácter de defensor oficial: Acuña, trayéndolo a la problemática de este debate en que hubo un ENFRENTAMIENTO entre Ejército y guerrilleros, quiero comentarle que ninguno de los fallecidos era tucumano.

¿En ese contexto de los años 75, 76, 77 por qué revestían tanta importancia dentro del contexto nacional y en qué época y por qué razón pasaron a la clandestinidad?

Objeción!! Dice el Dr. Emilio Guagnini, único abogado de la querella que hizo uso de la palabra:

Él (en alusión a Lo Pinto) habla de enfrentamiento y eso no ha sido afirmado, con voz grave.

Lo Pinto: Lo que Guagnini establece señor Presidente, es lo que nosotros venimos planteando, ellos hablan de VÍCTIMAS, ASESINATO y nosotros nos quedamos callados, creo que cada uno puede decir lo que le parece y ser respetado.

Guagnini: Usted incurre en un error procesal, induce al testigo
Gabriel Casas, presidente del Tribunal: En definitiva señores, este Tribunal habla todo de manera hipotética.

La defensa dice ENFRENTAMIENTO y es legítimo y Uds. dicen fusilamiento y también es legítimo. En definitiva cada uno puede decir lo que le parezca y luego este Tribunal dictaminará, dijo con firmeza pero respetuosamente hacia ambas partes.

Lo Pinto: Tucumán, dentro de ese contexto nacional,

¿por qué es tan importante?

Acuña: Tucumán es importante por una razón estratégica.

Por 1° vez el Ejército enfrenta al ERP en un terreno semi clásico.

Tucumán es estratégico por su terreno, por el monte.

Por la concentración obrera alrededor de los ingenios azucareros, porque la guerrilla pensó que iba a arrastrar a los sectores de clase media y baja.

Pero se equivocaron y eso no sucedió.

LA GUERRILLA COMETIÓ UN ERROR DESDE EL COMIENZO HASTA EL FINAL, dijo, pensó que contarían con el apoyo de la opinión pública y ocurrió todo lo contrario.

Había desesperación en la guerrilla por demostrar que los sectores populares los acompañaban, incluso por eso llaman “Ramón Rosa Jiménez” a una columna, que era el nombre de un obrero azucarero, necesitaban el apoyo popular.

En Tucumán la cantidad de muertos de un lado y de otro fue importante.

Era un escenario relativamente clásico en donde se aprenden y establecen normas, por ejemplo el avance en la selva:

siempre precedían oficiales, luego sub oficiales y por último la tropa.

Así muere el Capitán Cáceres y como ése infinidad de casos.

Grave error: la masa fue contraria al accionar de la guerrilla, en Tucumán el pueblo no apoyó.

Otro error fue el que mencioné al principio, un error en seguridad. El estallido de una bomba en la calle Posadas, donde funcionaba una célula y se armaban explosivos.

Allí se rescatan planos con dibujos y datos precisos sobre lugares y gente.

Había datos específicos de Tucumán, la concentración de la población en zonas azucareras, las bajadas del cerro, de la selva a la población urbana…digo esto para demostrar que había coherencia en todo.

Era la internacionalización de una guerra extranjera que iba a desarrollarse en el ámbito de Tucumán.

Y los errores vuelven a repetirse hoy, en el plano político y se trasladan al plano judicial, y lo digo en referencia a tantas personas que están siendo juzgadas por delitos de “lesa humanidad”, delitos dijo con fuerza, que cuando sucedieron no figuraban como tales.

ESOS DELITOS MANIFESTÓ DEJANDO PERPLEJOS A TODOS, DEBERÍAN TRASLADARSE A TODOS AQUELLOS QUE SE CAMBIARON DE BANDO Y QUE PERMITIERON EN TODO CASO ALLANAMIENTOS, DETENCIONES.

Además, resaltó, las leyes nunca son retrospectivas, sin embargo acá y ahora, eso no se respeta.

No más preguntas dijo el defensor Lo Pinto, acaso para poner paños fríos en la cuestión.

La querella tiene la palabra y pregunta Guagnini:

¿es usted abogado?

Acuña: No, no soy abogado, estudié abogacía pero no pude terminar.

Guagnini: Le informo entonces que el concepto de lesa humanidad es anterior a los hechos vinculados a la dictadura militar

Ahora le pregunto: ¿Qué opinión le merece la tortura cómo método para obtener información?

Carlos Manuel Acuña: Primero le digo que tengo entendido que el delito de lesa humanidad se sanciona a fines del siglo pasado y acá se aplicó a principios de siglo.

“LA TORTURA ME PARECE REPROBABLE”, sí, REPROBABLE, yo no podría torturar jamás ni podría haber presenciado tortura… hace un silencio… y agrega pero “puedo llegar a comprenderla”.

Hay legislaciones que aceptan la tortura como método para conseguir información.

En 2° lugar, puedo hablar del mito de tortura en Argentina y decirle que esto es motivo de una futura publicación… hablando de mitos que le parece

Guagnini con voz firme le dice “entonces para usted la tortura es reprobable pero es comprensible”…

¿Durante la dictadura militar según usted, de parte de las FFAA se realizaron torturas?

Acuña: no le puedo asegurar

Está contestada, dice Guagnini.

Acuña sigue: puedo presumir que hubo torturas, ES UNA GUERRA, pero la “cooptación” de elementos subversivos evitó la tortura.

Lo digo categóricamente, una cooptación o una captación daba mucho más resultado…yo tengo un hermano desaparecido y sé muy bien lo que significa tener la guerrilla metida dentro de la casa, dijo Acuña, y a mi hermano le aseguro que no lo torturaron.

Guagnini: ¿Qué opinión le merece el rapto de bebés?

Acuña: Que NO hubo en los términos que está planteado.

NO hubo robo sistemático, hubo un par de casos, pocos, en que fueron “actos de amor” de personas que quisieron cobijar a esos bebes… (Abro otro paréntesis… esta misma respuesta dio en el juicio del año anterior y causó muchísima irritación)

Guagnini: Usted dijo que fueron actos de amor los robos sistemáticos…

Acuña: Yo le contesté que NO hubo robo sistemático.

Bertini, abogado defensor se queja a viva voz: Objeción, está queriendo confundir al testigo!!!, su co-defensor Lo Pinto agrega enojado que las preguntas no tienen nada que ver con el hecho que se está investigando.

Presidente del TOF: Sin perjuicio de las respectivas partes, pregunten uno y otro sobre los hechos intentando que se acerquen lo más que puedan al tema tratado

Guagnini insiste: Usted dijo que NO hubo acciones sistemáticas, que fueron pocos los niños apropiados por el Ejército que fueron actos de amor.
Acuña: así los entiendo yo, protegieron a los bebes…

Guagnini: Para usted apropiarse de bebés y cambiar su identidad ¿NO ES DELITO?

Ciro Lo Pinto: Me opongo!!!

Guagnini: El ejército argentino recibió ayuda del Estado norteamericano, de la CIA?

Acuña: Lo ignoro… pero de escuelas americanas sí y todo lo que sea enseñanza me parece positivo.

Guagnini: El Ejército argentino entonces recibió ayuda del Estado norteamericano y de escuelas americanas…

Acuña: Y me parece positivo.

Guagnini: ¿Lo que se enseñaba era doctrina contra inseguridad en escuelas de América?

Acuña: Creo que sí, espero que sí. Le voy a explicar que existe en las FFAA actos bilaterales que son intercambios entre diferentes Fuerzas cuando hay políticas comunes para intercambiar información y tecnología.

Guagnini: Perfecto. Esta escuela tenía la tortura como método para obtener información.

Acuña: Tengo entendido que NO.

Guagnini: señor Acuña… ¿usted trabajó como parte del personal civil del Ejército?

Bertini furioso: Me opongo!!!

Esa pregunta encierra presunción de delito!!

Presidente Casas: ¿Por qué es delito ser miembro de inteligencia del Ejército?, le pregunta al defensor Bertini.

Guagnini: Si la defensa considera que es delito ser parte de la inteligencia del Ejército estamos en serios problemas…

Bertini: dice con convicción, señor Presidente, me parece que es de público conocimiento que acá se están investigando a personas que habrían trabajado en inteligencia, en Tucumán hay civiles presos!!!, en ese contexto no es una pregunta común!! Vocifera

Guagnini: ¿Y de la CIA???

Acuña: Con fuerza NO, ROTUNDAMENTE NO, pero si hubiese trabajado también le diría que NO.

Guagnini: Usted tiene información muy específica, ¿de dónde la sacó?

Acuña: del libro de Miguel Bonasso por ejemplo, del de Caparrós, son públicos

Guagnini: ¿Usted tuvo acceso a los archivos de la Armada?

Acuña: lo mira y le dice, ¡NO!, pero perdón,

¿Qué son archivos de la Armada?
Guagnini: explica que era información confidencial que tenían.

Acuña: Si eran confidenciales, de ninguna manera.

Guagnini: Usted es periodista.

Durante la dictadura, ¿existía prensa afín a la dictadura?

Acuña: Entramos en un terreno complicado y debo decirle que la inmensa mayoría de los medios, los más grandes y los más pequeños, APOYARON el proceso militar.

Después hubo muchas críticas, pero más del tipo administrativas.

En la época del proceso debe saber que había cosas de contenido militar y otras administrativas.

Pero le sugiero…

Guagnini interrumpe: ¿Sí o no?

Acuña: sí señor

Guagnini: ¿Usted puede considerarse afín?

Acuña: Entre 1960 y… no recuerdo bien la fecha, trabajé en “La Nación”, me absorbió tanto que no pude terminar mis estudios de abogacía.

Lo primero que aprendí allí y que me sirvió para siempre, me lo enseñó un GRAN PERIODISTA, Octavio Hornos Paz y era:

Ser objetivo hasta el límite

No mentir jamás

Si no estoy seguro de algo, decir que es dudoso

Y lo he ejercido toda mi vida señor.

Guagnini: Usted dice entonces que puede poner en duda lo que está escrito. ¿Sus libros por ejemplo?

Ciro Lo Pinto se queja: ¡No tiene sentido señor presidente!

El parecería querer ganar un duelo verbal dice ofuscado.

Guagnini: ¿Tiene conocimiento del Juicio a las Juntas Militares?

¿La causa 13?

Acuña: si, es una causa manipulada, se atribuyen hechos inexactos, no pregunte cuales, han pasado más de 30 años pero están documentados en mis escritos.

Guagnini: Usted declaró el año pasado ante este mismo tribunal, permítame señor Presidente leer…

Interrumpe con fuerza la defensa: ME OPONGO!!!, señor Presidente, primero no está permitido leer, en segundo lugar, usted le ha dicho al testigo al comenzar a hablar que este juicio era otro diferente y que nada tenía que aclarar respecto al año anterior, está “desubicada” la querella en este debate, si tiene desinteligencias que lo aclare en otro lado!!… insistió molesto el Dr. Lo Pinto

Lo eximo de la defensa del señor Acuña Doctor, él es un testigo, no un imputado dice el Presidente del Tribunal y por primera vez hay algunas sonrisas en medio de la tensión y el silencio

No hay que atacar al testigo, responde Lo Pinto.

Presidente: el testigo requiere características diferentes, es experto en “amicus curiae” dice y le explica en voz baja al testigo lo que quiso decir lo que acuña le agradece

Guagnini insiste en leer lo que sostiene fueron “declaraciones delirantes” en el juicio del año pasado…

Ciro Lo Pinto levanta la voz: ¿Cómo va a decir DELIRANTE???

Guagnini y la querellante Alejandra Romero Niklinson mientras tanto, ven algunos papeles, leen y comentan entre ellos…acuña espera…NO MÁS PREGUNTAS dice el abogado querellante

El turno del Fiscal:

El fiscal Leopoldo Peralta Palma (subrogante) tiene una modalidad por lo menos en su trato, pausada y respetuosa siempre:

Presidente del Tribunal: Tiene la palabra señor Fiscal.

Peralta Palma: Buenas tardes, señor Acuña. ¿Desde cuándo trabajó usted en “La Nación”?

Acuña: Buenas tardes señor.

Desde 1960, hasta finales de los 60, luego de los 70 en adelante, después trabajé en “La Prensa” donde regían exactamente las mismas reglas y me enorgullezco de ello.

Fiscal: Usted dijo algo muy lindo señor Acuña. Habló de objetividad, de no mentir….bueno, yo le haré algunas preguntas relacionadas a la causa.

A continuación lee el comunicado que publicó el diario “La Nación” cuando ocurrió este hecho de la muerte de cinco militantes guerrilleros que se investiga en este juicio. Le pregunta, ¿es cierto, existió?

Acuña: si lo publicó es porque existió.

Fiscal: De las cosas que usted ha comentado, hay algunas en las que le pido más precisión.

Dijo “que se había dividido en zonas el país”

Acuña: Sí, creo que fueron siete, es público y se tomaban decisiones estratégicas, cada Comandante con independencia.

La operatividad, la directiva que existía admitía flexibilidad, no era una sola rama de la Fuerza, todas interactuaban en la misma causa.

Fiscal: Pero la decisión final, ¿quién la tomaba?

Acuña: En las FFAA hay una estructura, una jerarquía

Fiscal: O sea el Comandante…

Acuña: No significa que el comandante lo va a ejecutar, no puede el Comandante tomar una emboscada….lo hacen quienes son víctimas de esa emboscada

Fiscal: Otra cosa, este concepto de Fuerzas “conjuntas”, ¿usted dice que la policía quedaba “sometida” a la Fuerza militar?, ¿qué función cumplía cada uno?

Acuña: Las propias, no soy un especialista en el tema, señor fiscal.
Fiscal: ¿Toda la policía o un sector?

Acuña: No le puedo contestar, creo que es global

Fiscal: ¿Usted es licenciado en historia?

Acuña: No, soy “historiador”.

Fiscal: a ver si nos puede demostrar… usted hablaba de la inflación galopante, ¿sabe cómo se celebraba un contrato de alquiler?

Acuña: Creo que no celebré ningún contrato de alquiler en esa época señor, pero supongo que habían claves, ajustes…

Fiscal: ¿Por qué nadie conserva un legajo?

¿Por qué nadie se atreve a contar cómo sucedieron las cosas bien ó mal?

Y ese silencio nos hace tener que investigar.

Acuña: Yo me pregunto exactamente lo mismo que usted.

Sinceramente no le puedo contestar.

Pero hay situaciones sociales diversas, diferencias profundas y tristes que evidencian que habrá todavía más divisiones… le doy un ejemplo: una de las personas que entregó más gente de las bandas montoneras se llama “Horacio Verbitsky”, y él hoy es asesor de la Presidente, dice con tono calmado… debería preguntársele a Verbitsky donde están las 62 personas que él entregó agrega Carlos Manuel Acuña ante la sorpresa de muchos… habría que preguntarle qué hizo con el dinero de la Fuerza Aérea agrega y dice además que no entiende como critica a las FFAA si recibió dinero del gobierno de Juan Carlos Onganía cuyos recibos él (Acuña) publicó…

Fiscal: estoy de acuerdo con usted pero me gustaría preguntarle a Menéndez y a Albornoz (general y ex comisario, únicos imputados en esta causa)
Interrumpe el Dr. Casas y le dice al Fiscal que tenga cuidado en que cosas está de acuerdo, en tono de broma y hay otra vez sonrisas,

Fiscal: Me gustaría preguntarles a Menéndez y a Albornoz porque asesinaron a cinco personas en vez de haberlas detenido con vida

Acuña: ¿Por qué no los llama y les pregunta señor fiscal? Pero también debería determinar si han sido asesinados o si han muerto en combate, agrega Acuña como quien va tomando fuerzas

Gabriel Casas da por terminado el debate y le dice al testigo Carlos Manuel Acuña que está desocupado.

Para sorpresa de todos, el juez Pérez Villalobo, que suele hacer preguntas a los testigos, esta vez no abrió la boca.

La jornada había terminado.

Durante casi dos horas habló Carlos Manuel Acuña quien aun cuando pudo haber molestado a muchos, y de hecho lo hizo porque así lo reflejó buena parte de la prensa local, fue escuchado en silencio y sin agravios de ningún tipo, señal que los tucumanos estamos madurando y aprendiendo a respetar aun cuando pensemos diferente.

Otra vez apoyado en su bastón, salió caminando tranquilamente del edificio del Tribunal Oral Federal en la capital tucumana.

Eran poco más de las cuatro de la tarde y la siesta se sentía en el micro centro comarcano.

Se detuvo a hablar con familiares y amigos del General Menéndez, saludó correctamente a los abogados y pidió que le compraran “La Nación”, pero lamentablemente justo ayer, el matutino porteño no había llegado a la provincia del azúcar.

A la noche se embarcó rumbo a Buenos Aires con la sensación de “haber cumplido con su deber” según manifestó antes de partir.

Luz García Hamilton
Periodista
Lic. En Comunicación Social


Este relato ha sido tomado a la vieja usanza, es decir, escribiendo de puño y letra las declaraciones del testigo como las preguntas e intervenciones de abogados y fiscal.

Por ése motivo si hubiere algún error, les pido mil disculpas asegurando que he tratado de volcar fielmente lo que se dijo en la sala de audiencia.


domingo, 13 de marzo de 2011

ASI SE MATAN EN ARGENTINA A LOS PRESOS POLITICOS

MARCELO EDUARDO BARBERIS
Cabo 1ro (R) – Fuerza Aérea Argentina
Abogado.



SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL - COMPLEJO PENITENCIARIO FEDERAL II MARCOS PAZ - Módulo 4 – Pabellón 6

Imágenes de un Preso Político alojado en el Penal de Marcos Paz, posteriores a su intervención quirúrgica, para colocarle tres by pass; luego de severos padecimientos, los que se prolongaron por más de 1 (un) año y sufriendo durante se período dos infartos, uno de ellos dentro del mismo Penal.

Hoy, así como se puede observar en las imágenes, al Justicia argentina entiende que debió regresar a una cárcel común, revocando su detención domiciliaria.

Muchas personas en similar situación –que alcanzan ya los 87 años de edad- conforman una cara desconocida en Argentina.

Horacio Ricardo Palma

miércoles, 2 de marzo de 2011

RELATO DEL MONTE TUCUMANO

14 de febrero de 1975 se libró el primer combate en los montes tucumanos entre efectivos del Ejército Argentino y del “Ejército Revolucionario del Pueblo” (ERP).

El hecho tuvo lugar en el contexto de la “Operación Independencia”, un conjunto de acciones militares y cívicas ordenadas por la entonces presidente de la Nación María Estela Martínez de Perón para “neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos”, tal el texto del Decreto firmado el 5 de febrero del mismo año.

El Ejército Revolucionario del Pueblo fue creado en 1970 por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) [1],

Organización de carácter marxista leninista [2]

Que pretendía la toma del poder y la instauración de la dictadura del proletariado en Argentina como parte de un plan más ambicioso que abarcaba toda la región latinoamericana.

El PRT, inspirado en el triunfo de la Revolución cubana, convencido, a la luz de lo que ocurría en la guerra de Vietnam, del inevitable triunfo del socialismo en el mundo, y entusiasmado por las consecuencias del “cordobazo” [3]

Que significó el principio del fin del gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía, entendió que las condiciones para el inicio de la guerra revolucionaria en Argentina estaban dadas.

La creación del ERP fue una consecuencia lógica de ese pensamiento.

La llegada de un gobierno constitucional en mayo de 1973 no fue motivo para que el PRT-ERP abandonara la lucha armada.

Solamente apreció una diferencia entre la presidencia de Héctor Cámpora que le resultaba propicia para el fortalecimiento de sus unidades y la de Juan Perón que le sería hostil.

Si bien la revolución cubana inspiraba a los jefes de la organización, la metodología revolucionaria empleada en Argentina fue diferente.

En Cuba se aplicó la teoría “foquista”. Esto es un foco de insurrección armada cuyo centro era el ejército de Fidel Castro que desde sus inicios en Sierra Maestra se fue fortaleciendo para luego avanzar triunfante hasta La Habana.

El PRT-ERP pensó que en Argentina los focos insurreccionales debían ser numerosos, combinando la agitación política con las acciones armadas tanto de pequeños grupos como de unidades militares más grandes.

Las ciudades de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba y Tucumán, y la franja industrial de la costa del Río de la Plata fueron los lugares de mayor actividad del accionar revolucionario.

Desde su creación y hasta el inicio de la Operación Independencia, el ERP ejecutó resonantes operaciones militares como fueron el copamiento del Batallón de Comunicaciones 141 en Córdoba; el ataque al Comando de Sanidad del Ejército en la ciudad de Buenos Aires; el ataque a los cuarteles de Azul, en la provincia de Buenos; la toma de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos en Villa María, Córdoba y el intento de copamiento del Regimiento de Infantería Aerotransportado 17, en la ciudad de Catamarca, además de un sinnúmero de acciones consideradas menores como el copamiento de localidades, de dependencias policiales, robos, secuestros, asesinatos y atentados.

Pero si bien la organización aplicó en Argentina una metodología revolucionaria que puede considerarse original, la revolución cubana y la guerra de Vietnam siguieron ejerciendo su influjo al punto de intentar emularlas, salvando las distancias, con la apertura de un frente rural en la provincia de Tucumán.

Había otra razón, El FRIP (Frente Revolucionario Indo Popular), una de las organizaciones que dio lugar a la formación del PRT, tuvo sus orígenes en las provincias de Santiago del Estero, de donde provenía Roberto Santucho, su jefe, y de Tucumán.

El FRIP pensaba que la revolución debía nacer en esas zonas rurales. Posteriormente, con la creación del PRT y su tránsito ideológico al marxismo leninismo, se sostuvo que el sujeto de la revolución, su principal artífice, debía ser el proletario con conciencia de clase [4]

De las zonas industriales.

No obstante ello, la idea de una guerrilla rural formaba parte de los deseos de no pocos dirigentes de ese partido.

Nació de esa manera la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”, una de las fracciones dependientes del ERP y que operó en la provincia de Tucumán, fundamentalmente al sudoeste de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en una zona de cañaverales y monte que se extiende al oeste de la ruta 38 que conduce a Catamarca y sobre la cual se destacan las localidades de Famaillá, Monteros, Concepción y Villa Alberdi.

Esta “compañía” contó con el apoyo que le proporcionaban otros elementos del PRT-ERP que actuaban en la ciudad de Tucumán y con refuerzos que fueron llegando desde otros puntos del país, cuando se hizo necesario cubrir las bajas de combate.

En sus inicios, en febrero de 1974, la “Compañía de Monte” estuvo formada por unos 40 efectivos, cifra que aumentó rápidamente a 70, para llegar en alguna oportunidad a 200.

El primer contingente contó con fusiles FAL obtenidos del copamiento del Batallón de Comunicaciones de Córdoba, “casi un lujo para una guerrilla latinoamericana”. [5]

Ante la presencia guerrillera en la zona, en 1974, el gobierno nacional montó un operativo con efectivos del Ejército y de la Policía Federal que no dio resultados porque el ERP, alertado, se retiró de la zona a marcha forzada.

Tiempo después regresó para tomar la localidad de Acheral y dar a conocer al resto del país el comienzo de la guerrilla rural.

Tras la muerte de Perón, el PRT apreció un pronunciado deterioro del gobierno nacional muy favorable para el sobre dimensionamiento del ejército revolucionario.

La tarea de reclutamiento y ejercitaciones militares prosiguieron durante el año 1974 pero se vieron afectadas por el fracaso del intento de copamientos del Regimiento de Infantería Aerotransportado 17 de Catamarca, en el mes de agosto.

Los atacantes pertenecían a la “Compañía de Monte” y en el paraje de Capilla del Rosario sufrieron una decena de bajas lo que provocó su retirada a Tucumán.

No obstante las pérdidas, para febrero de 1975, los efectivos guerrilleros en el monte oscilaban entre los 70 hombres con algunas mujeres (combatientes), sin contar los elementos de apoyo existentes en las localidades próximas y en la ciudad de Tucumán.

La “Operación Independencia” comenzó el 9 de febrero y fue conducida por el General Acdel Vilas, Comandante de la Vta Brigada de Infantería [6].

En su inicio tres Fuerzas de Tareas se asentaron en Lules, Santa Lucía y Los Sosa, tres localidades menores ubicadas sobre un eje paralelo al oeste de la ruta 38 en una zona mayormente de cañaverales, donde comienza el monte y el terreno empieza a elevarse.

El puesto de comando de la Brigada se instaló en Famaillá.

En Los Sosa se ubicó la Fuerza de Tarea “Chañi” que contaba con dos Equipos de Combate (Unos 60 hombres cada uno) formados con efectivos del Grupo de Artillería de Montaña 5 (GAM 5) y del Regimiento de Infantería de Montaña 20 (RIM 20) respectivamente, ambas unidades provenientes de Jujuy.

A los cinco días de iniciada la operación se produjo el combate de Pueblo Viejo en el cual participé y del cual conservo hasta el día de hoy vivamente sus imágenes.

Los Sosa era un caserío -sin policía- ubicado al oeste de la localidad de Monteros, entre los ríos del mismo nombre y Pueblo Viejo que desde las sierras del Aconquija corren hacia el llano.

El 2 de noviembre de 1974, para “el día de las ánimas”, según la denominación que los pobladores daban al día de los difuntos, la “Compañía de Monte” había desfilado impunemente por el pueblo e izado la bandera del ERP (dos franjas horizontales celeste y blanca con una estrella roja en el medio) dejando en claro la existencia de una vasta “zona liberada” en la provincia.

Cuando la Fuerza de Tarea Chañi llegó a Los Sosa comenzó a hacer patrullajes diarios en los alrededores que tenían el doble propósito de reconocer el lugar y adaptar los soldados, muchos de ellos de la puna, a una nueva geografía.

Paralelamente se realizaron otras actividades como censar la población, controlar las existencias de alimentos imperecederos de los almacenes (probables lugar de aprovisionamiento de la guerrilla) y proporcionar asistencia sanitaria a los lugareños.

La Fuerza de Tarea tenía como Base la escuela del pueblo que resultó estrecha para albergar a sus dos Equipos de Combate e inapropiada desde el punto de vista táctico teniendo en cuenta un eventual ataque nocturno.

Por esa razón se decidió que el Equipo de Combate formado por efectivos del Grupo de Artillería 5 (los artilleros operaban como tropa de infantería) debía realizar un reconocimiento en una zona próxima al Río Pueblo Viejo a fin de establecer una segunda Base.

El día 14 de febrero el Equipo de Combate a órdenes del entonces Capitán Jones Tamayo inició una marcha en camiones por la ruta 38 hasta el sur del Río Pueblo Viejo y luego hacia el oeste hasta donde el terreno lo permitió.

La marcha prosiguió a pié por una senda en el monte donde los hombres avanzaron encolumnados. Formaban el Equipo dos secciones de unos 30 hombres cada una al mando del Subteniente Arias y del Subteniente Martínez Segón respectivamente.

Agregados íbamos el Teniente 1ro Cáceres y yo que éramos infantes y fuimos enviados desde Buenos Aires para completar los cuadros de la Brigada teniendo en cuenta nuestra experiencia en monte en el curso de “comandos” [7].

También iba el Mayor Bidone, segundo jefe de la Fuerza de Tarea, para interiorizarse del lugar probable donde se instalaría la nueva Base.

El ERP fue insistente en el intento de mostrar a los oficiales del ejército como burgueses (en el sentido peyorativo del término) que mandaban los soldados al frente como “carne de cañón”.

Una metodología de propaganda íntimamente relacionada con la guerra revolucionaria.

La circunstancia, agravada por que los soldados estaban en un ambiente y en una circunstancia desconocida hasta el momento, exigió una medida muy clara que desvirtuara la versión.

Se decidió que los oficiales y suboficiales entraran al monte a la cabeza de sus respectivas fracciones, es decir un poco más adelante de lo que marca la doctrina. La medida tenía una ventaja adicional; al estar el oficial muy adelante no era necesario dar ninguna orden verbal.

Los soldados actuaban atentos a las señales o por simple imitación. En horas de marcha, el silencio fue casi total a pesar de que eran 60 los hombres que avanzaban por una senda del monte.

Pasado el medio día se llegó a las compuertas del Río Pueblo Viejo. El nombre del río hace alusión a las cercanas ruinas de Ibatín, el lugar de la primera fundación de la ciudad de Tucumán.

En las compuertas, Jones nos hizo saber que el camino de regreso sería distinto para evitar una posible emboscada en caso de que el enemigo nos hubiera visto pasar.

Regresamos en dirección oeste este por una senda que bordeaba el río, alejándose del mismo de a ratos, en una zona de monte.

Yo iba como jefe de la punta de infantería, la fracción más adelantada.

No era el puesto para un Teniente sino para un Cabo o Cabo 1º pero formaba parte de la decisión que a la mañana se tomó respecto a la ubicación de los cuadros en el orden de marcha.

Mandé como hombre punta al Cabo 1º Orellana, un catamarqueño al que conocía de la Brigada de paracaidistas en Córdoba tres años antes.

Aparentaba tener menor edad y parecía que recién hubiera salido de la Escuela de Suboficiales, pero yo confiaba en él y no me defraudó.

La senda seguía serpenteando; el río se veía crecido por las tormentas del verano. El calor de febrero, y más aún la prudencia, exigían una marcha lenta.

Tuve unos momentos de aprensión al entrar a uno de esos pequeños lugares con que el monte sorprende.

A la derecha de la senda encontré como un arco natural hecho de vegetación que entraba a un pequeño espacio, una especie de habitación formada por una cortina de árboles y maleza que cubrían también el “techo”.

Había menos luz y el suelo estaba muy húmedo.

Puse la rodilla en el suelo, apresté más aún el fusil y empecé a recorrer lentamente con la vista el lugar esperando no tener ninguna sorpresa.

No la hubo y proseguimos la marcha hacia el este, hacia la ruta 38.
La senda se bifurcó en otras dos paralelas.

Eran las cinco de la tarde aproximadamente.

Orellana tomó la derecha y yo la izquierda, más cerca del río.

Marchaba con el fusil tomado con las dos manos, como tantas veces se insiste, cuando de repente, a unos 20 metros, vi parado sobre la senda a un guerrillero.

La sorpresa fue mutua, pude ver la de él en su rostro.

Abrí el fuego y él escapó por unos matorrales.

Avancé tirando sobre los mismos a la altura de la cintura y más abajo, buscándolo.

Sobrepasé a alguien que me disparó con una escopeta.

Sentí un fuerte golpe y un dolor en la espalda y caí.

El fusil cayó de mis manos.

Hubo una pausa, un silencio, e inmediatamente empezaron los disparos de uno y otro lado.

Orellana también había caído en la otra senda.

Un disparo de FAL le hizo un surco en la espalda pero sin penetrarlo.

Un guerrillero se levantó para rematarlo pero se le trabó el arma y volvió a su posición.

Cuando volvió a asomarse Orellana disparó.

Desde el suelo grité ¡Cáceres, estoy herido!

Cáceres fue uno de mis instructores en el curso de “comandos”.

En ese momento no nos llevábamos muy bien y lo tenía como un hombre de carácter difícil.

No obstante, durante los pocos días que estuvimos en Los Sosa, salíamos juntos de patrulla y fue naciendo una mutua confianza.

Pensé que me rescatarían cuando el ataque progresara pero Cáceres se lanzó solo al lugar donde estaba caído, en un pequeño claro en el monte.

A pesar del egoísmo de cualquier herido que desea una pronta atención, me pareció que estaba arriesgando demasiado.

Cuando le pregunté ¡

¿qué está haciendo?

!, me contestó ¡quedate tranquilo que ya te saco!

En ese momento nos dispararon con un FAL, Cáceres profirió un corto quejido y quedó inmóvil.

Después supe que la bala penetró por el hombro, se desvió en el omóplato y siguió directo al corazón.

No podía moverme y no sentía las piernas.

Vi un guerrillero adelante que me observó pero no me tiró seguramente para no delatar su posición teniendo en cuenta que en ese momento no era un peligro para él.

Estaba más atento a lo que ocurría detrás de mí.

El Subteniente Arias estaba desplegando como podía, en la espesura, su sección y comenzaba a avanzar.

Martínez Segón y sus hombres se tiroteaban a través del rió con una fracción guerrillera más numerosa.

Pensé

¿y si quiere rematarme?

No podía tomar el fusil sin que se diera cuenta.

Lentamente saqué la granada y luego de activarla se la arrojé.

Explotó muy cerca de él pero ya estaba muerto.

Varios disparos de FAL le llegaron antes, eso creo.

Vi como la sección de Arias me sobrepasaba abriendo fuego desde la cadera.

Fugazmente pensé:

¡los soldados andan bien!

Pero volví inmediatamente a mi realidad.

Estaba inmovilizado, me dolía mucho la espalda y me salía sangre de la boca.

No sé cuánto tiempo pasó; los disparos proseguían sin interrupción.

Fui llevado a un puesto de reunión de heridos.

Allí vi a Arias.

Estaba parado inmóvil y le salía sangre del cuello.

Un disparo de escopeta Itaka lo alcanzó pero tuvo la suerte que ningún perdigón penetrara demasiado.

Todavía alcanzó a hacer unos disparos sobre un guerrillero.

También estaba Orellana, sentado y algo encorvado.

Se veía el dolor en su rostro.

El Capitán Jones estaba a nuestro lado tratando de comunicarse con dos helicópteros que se aproximaban.

Si no me sacan en helicóptero no llego, le dije.

En la radio de Jones, que un disparo de la guerrilla le había cortado la antena y que recibía pero no transmitía, se escuchó nítida la voz de un helicopterista que dijo:

“¡Si no hay identificación voy a disparar sobre los que están al sur del río!”.

Los que estábamos al sur éramos nosotros.

La masa del contingente guerrillero estaba al norte, salvo la fracción adelantada que había cruzado y luego de enfrentarse con muestra punta estaba en retirada con bajas.

Jones no pudo comunicarse y el piloto, Capitán Grandinetti, nos disparó dos cohetes.

El segundo explotó cerca en el mismo instante en que Jones lograba comunicarse.

Sentí nuevamente los disparos del helicóptero pero esta vez sobre el lado norte del río.

Jones se veía relativamente calmo dando órdenes a pesar de la presión que se ejercía sobre él.

Grandinetti le había tirado dos cohetes; de sus dos Secciones, que seguían combatiendo, llegaban informes y además los heridos lo mirábamos casi permanentemente esperando alguna señal sobre nuestra evacuación.

Solucionada la comunicación con las aeronaves y en retirada el enemigo, se organizó el rescate de los heridos.

Previamente el Mayor Bidone y el Subteniente Martínez Segón con un grupo de soldados, lograron cruzar el río pero luego de que la correntada los arrastrara muchos metros.

El único lugar donde podía bajar un helicóptero era en el río que, aunque crecido, mostraba un pequeño islote de piedras.

Los guerrilleros que estaban en la margen norte se habían retirado pero no existía la certeza de que el área estuviera totalmente despejada.

Un solo guerrillero que hubiera quedado en la otra orilla podría haber dado cuenta de la máquina.

Pero Grandinetti bajó lo mismo y nos rescató.

En ese momento no lo supimos pero nos habíamos enfrentado a la totalidad de la “Compañía de Monte” que se estaba yendo de la zona para que el Ejército cayera en el vacío.

Marchando ellos de norte a sur y nosotros de oeste a este, las posibilidades de que nos encontráramos al mismo tiempo en el cruce de los caminos de marcha eran muy escasas y sin embargo se dio; con tal sorpresa que durante mucho tiempo ambos bandos creyeron que habían sido emboscados por el oponente [8].

La Compañía de Monte” estaba al mando de Hugo Irurzún, nombre de guerra “Capitán Santiago”.

Posteriormente fue herido en el combate de Manchalá, en mayo, y como no tuvo una buena recuperación tuvo que bajar del monte y fue reemplazado [9].

Irurzún decidió replegarse rápidamente siguiendo la doctrina de que la guerrilla no debe empeñarse en un combate que no ha elegido previamente en tiempo y lugar. No obstante no se fue muy lejos.

Para mí, al llegar al Hospital Militar de la ciudad de Tucumán, el combate de Pueblo Viejo había terminado.

Pero no terminó para el Equipo de Combate.

Tiempo después los oficiales me relataron lo que sucedió después de la evacuación de los heridos y los tres muertos (el Teniente 1ro Cáceres y dos guerrilleros cuyos nombre eran Laser y Toledo).

Un helicóptero regresó trayendo al Teniente Iglesias, del RIM 20, que se agregó como reemplazo del Subteniente Arias.

En el lugar del combate se recogieron dos fusiles FAL y un cargador de una pistola ametralladora PAM, arma que habría pertenecido a un tercer guerrillero muerto, conocido como “Carlos”, que cayó herido al río y la correntada se llevó su cuerpo.

Luego del combate un tercio de la munición estaba consumida. Jones ordenó desarmar las cintas de de las ametralladoras pesadas (MAG) y entregar cinco proyectiles a cada soldado.

Aprestados nuevamente los efectivos, se inició la marcha de regreso. Estaba oscureciendo cuando en un claro de monte el Subteniente Martínez Segón que se desempeñaba como “punta de infantería” detectó el dispositivo de una emboscada enemiga. Inmediatamente se batió la zona con disparos reunidos de FAL que los oficiales marcaron con munición “trazante” [10].

Descubierta la emboscada esta perdió su gran efectividad: la sorpresa.

Los guerrilleros se dieron a la fuga.

El Equipo de Combate continuó la marcha y llegó a la zona donde había dejado los vehículos, a las 23 horas.

Para llegar a Los Sosa la columna de camiones pasó por Monteros, la localidad que está sobre la ruta 38.

Era carnaval.

Los hombres pudieron observar los bailes y escuchar la música.

El mundo seguía andando ajeno a los hechos de violencia y muerte ocurridos no muy lejos de allí.

Al llegar a la Base el Equipo de Combate formó en cuadro a la luz de la luna.

Se rezó por las almas del Teniente 1ro Cáceres y de los otros muertos, y se pidió a Dios por la recuperación de los heridos.

La formación concluyó con un ¡¡Viva la Patria!!

Al día siguiente el Equipo de Combate volvió al monte donde permanecería hasta el mes de julio de 1980.

La Fuerza de Tarea Chañi cambió de nombre y pasó a llamarse “Capitán Cáceres” [11].

Pero

¿Qué pasó con la “Compañía de Monte”?

Probablemente esa noche se reorganizó y prosiguió su marcha hacia el sur, afuera de la zona de operaciones del ejército para que éste “cayera en el vacío”.

Pero el plan del ejército en 1975 era distinto al de 1974. No tenía previsto retirarse de sus objetivos independientemente de la presencia o no de guerrilleros.

La “Compañía de Monte” no podía estar indefinidamente fuera de la zona donde se estuvo preparando tanto tiempo y que era cara a sus sentimientos revolucionarios.

Volvió y en el transcurso de ese año y el siguiente se produjeron unos cien enfrentamientos, pequeños la mayoría de ellos salvo los de Manchalá y Acheral.

Para fines de 1975 la actividad de la compañía guerrillera era escasa y un año después casi había desaparecido.

El Combate del Río Pueblo Viejo no tuvo una importancia que llegara a modificar la marcha de las operaciones para ninguno de los bandos.

Sí incidió en lo que hace al aspecto espiritual de la aptitud para el combate de los soldados.

La propaganda del ERP fue desvirtuada.

Ningún soldado murió o fue herido en ese enfrentamiento.

Confiando en sus superiores se adaptaron rápidamente al terreno y combatieron con determinación.

El ejército perdió un brillante oficial pero su muerte heroica no fue olvidada y ha quedado como ejemplo de valor y camaradería.

Tucumán también lo recuerda dando su nombre a un pueblo que el ejército construyó en las proximidades del lugar al año siguiente.

En lo estrictamente personal tuve una enseñanza de vida.

El hombre de carácter difícil con el que alguna vez tuve un roce y que alguna vez también despertó mi desconfianza murió en el intento de salvarme.

Él constituye también un pequeño rincón, ignorado para muchos, inolvidable para unos pocos, de la historia argentina.

Rodolfo Richter
Teniente Coronel (R)

1.- Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Resoluciones del V Congreso y de los Comité Central y Comité Ejecutivo Posteriores.
Ediciones El Combatiente, Buenos Aires, 1973, pp. 83-87

2.- El PRT se fundó en mayo de 1965 a partir de la confluencia del FRIP (Frente Revolucionario Indo Popular) y PO (Palabra Obrera). El FRIP se gestó en las provincias de Santiago del Estero y Tucumán.
En su seno convivían tendencias distintas que fueron evolucionando desde el nacionalismo hacia el marxismo.
Entre sus referentes estaba Mario Roberto Santucho, posteriormente el máximo líder del PRT-ERP. El PO era una organización trotskista.
Al principio prevaleció el trotskismo del PO pero luego, a partir del IV Congreso partidario, comenzó a imponerse la línea marxista leninista. (Ver Dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Historia del PRT, 25 años en la vida política argentina. Editorial 19 de julio, Buenos Aires, 1990).

3.- Acción insurreccional acaecida tras una huelga de trabajadores industriales y estudiantes ocurrida en la ciudad de Córdoba el 29 de mayo de 1969.

4.- El obrero con “conciencia de clase” es el que entiende que su lucha no es por meras reivindicaciones salariales sino que tiene un carácter exclusivamente político y que busca el triunfo sobre la burguesía y la toma del poder.

5.- Luis Mattini. Hombres y mujeres del PRT-ERP, de Tucumán a La Tablada. De la Campana, Lanús, 2003. p. 289.

6.- Las unidades de la Vº Brigada tenían sus asientos en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy.

7.- Especialidad que capacita para realizar operaciones de paracaidistas, monte, localidades y zonas áridas.

8.- Así lo consignó la revista Estrella Roja del mes de marzo de 1975 que editaba el ERP. En la misma también se rindió homenaje a sus caídos señalando el valor demostrado ante la emboscada enemiga.

9.- Gorriarán Merlo, Enrique. Memorias de Enrique Gorriarán Merlo.
De los setenta a La Tablada.
Planeta, Buenos Aires, 2003, pp. 266-267.

10.- Munición que marca en forma incandescente toda su trayectoria y el lugar de impacto.

11.- A su vez el Equipo de Combate del GAM 5 pasó a llamarse “Pueblo Viejo” y el del RIM 20 “Los Sosa”.