En los años 1974/75 la intensa lucha en los montes tucumanos no alteraba la vida de los argentinos quienes ignoraban que una organización terrorista, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), pretendía nada menos que crear una "zona liberada o dominada" para obtener el reconocimiento internacional, paso decisivo para la toma del poder, instaurando un gobierno marxista-leninista.
El error que llevó al fracaso a estas organizaciones guerrilleras, fue el intento de simplificar la realidad y las enseñanzas recogidas, con la receta de guerra revolucionaria por el socialismo, inspiradas en la teoría "foquista" cuyo proyecto se basaba en la certeza que, desde el "foco" se podía desencadenar el proceso revolucionario y lograr así que la población se adhiriera a la propuesta (ELN).
Esta teoría priorizaba lo militar sobre lo político y al foco guerrillero como sustituto de un partido.
La realidad de los hechos demostró la utopía de tal intención.
La República Argentina fue el marco de una Guerra Revolucionaria que formó parte de una revolución mundial cuyo epicentro político e ideológico fue la URSS, el que pretendió extenderse en los países del Tercer Mundo, en especial Latinoamérica, para imponer un sistema marxista el que a pesar de los esfuerzos y recursos empeñados, no logró sus objetivos, tanto por la decidida acción de las FF.AA. de los países involucrados, como por el desinterés mostrado por la masa de la población.
Durante su exilio en España el General Juan Domingo Perón alentó entusiastamente a la estructura aún incipiente de Montoneros, dándoles en tal oportunidad nombre de formaciones especiales.
Posteriormente en 1973, desde la Casa de Gobierno repudió la presencia de esta organización y los expulsó de la Plaza de Mayo.
Fue precisamente durante su gobierno, el de Héctor Cámpora y el de María Estela Martínez de Perón, todos ellos presidentes constitucionales, cuando la actividad subversiva mostró su mayor virulencia, oportunidad en la que se produjeron las mayores bajas tanto entre los terroristas como en las fuerzas del orden.
La forma de operar de la guerrilla tanto en el monte tucumano como en las zonas urbanas, se ajustaba a los principios de la guerra revolucionaria, lo cual obligó a las FF.AA. y FF. SS. a una acelerada adecuación a esta forma de combate no prevista en la intensidad debida tanto desde el punto de vista doctrinario como en el operacional.
Ello obligó a una rápida adecuación al medio, disponer del equipo y armamento propios del ambiente donde se iba a combatir y sobre todo una templanza y un valor a toda prueba para enfrentar a un enemigo difuso, solapado y alejado de las leyes de la guerra.
El proceso subversivo en la provincia de Tucumán se vio favorecido por el vacío de poder (inmoralidad administrativa, infiltración marxista, limitado apoyo a las FF.SS. y FF.PP. y las condiciones socio-económicas).
A su vez la población no proclive a apoyar a la guerrilla se hallaba falta de sostén de las estructuras provinciales y desorientados respecto al adoctrinamiento persuasivo conminatorio de aquellas.
Con el triunfo del Ejército y el acertado plan de acción cívica urbano y rural, el pueblo tucumano mostró su rechazo al ideologismo subversivo y un reconocimiento a las obras realizadas por el gobierno provincial.
La compleja situación subversiva en Tucumán a poco de iniciarse la acción armada en la zona rural, comenzó a trascender el marco de la provincia; también dejó de ser una responsabilidad exclusiva del Ejército.
La intensidad de los combates, el progresivo y peligroso despliegue de la guerrilla, el reclutamiento de voluntarios que el ERP realizaba en todo el país, el apoyo financiero que proporcionaba Montoneros, el aliento que la organización recibía del exterior, fueron suficientes elementos de juicio para deducir que el destino del país podía decidirse en una zona de operaciones aún no bien delimitada y plagada de incertidumbre y de sorpresas.
La Operación Independencia, iniciada el 9 de febrero de 1975, constituyó una acertada decisión, tanto por la oportunidad en que fue lanzada como por la planificación estratégico-táctica con que fue concebida.
El ERP a su vez se vio obligado a enfrentar a las fuerzas legales contrariando su proyecto político-militar y la idea de maniobra de la Ca Mte Ramon Rosa Jimenez que debía "ser ejecutada con energía, combatividad, audacia e inteligencia".
El combate de Manchalá ocurrido el 28 de mayo de 1975, constituyó un acontecimiento decisivo en la Operación Independencia.
La derrota sufrida por el ERP marca un hito trascendente de la campaña y desnudó el falso mito del valor en combate de los guerrilleros integrantes de la Ca Mte Ramon Rosa Jimenez.
Abandonaron vehículos, armamento, equipos de comunicación, herramientas, vestuario, material quirúrgico y una abundante documentación que permitió localizar e individualizar a 402 integrantes de la organización.
Las bajas fueron 17 combatientes.
Al decir del Grl. Vilas, "la fuga de los guerrilleros sobrevivientes fue vergonzosa".
El nombramiento del Grl Antonio Domingo Bussi al frente de la Br I V en reemplazo del Grl Adel E Vilas incorporó una particularidad.
El Gobierno Nacional decidió que asumiera -además del cargo militar- la conducción política de la provincia de Tucumán.
Tal medida, que debió haberse adoptado desde el comienzo mismo de la Operación Independencia, permitió llevar a cabo una estrategia integral actuando sobre la guerrilla a través de exitosos operativos (Lamadrid I, II, III, Fanfarria, Monteros, Albergue, etc.) de cerco y rastrillaje, hostigamiento y eliminación de los focos residuales y simultáneamente intensificar la acción cívica, tendiente al mejoramiento de las condiciones socio-económicas de la población.
Los resultados obtenidos permitieron que la provincia recuperara una paz merecida, un sensible progreso y la guerrilla pusiera en evidencia el fracaso militar de su intentona.
La derrota militar del ERP fue expresamente señalada por el Comité Central del PRT en 1974, cuando afirmó que "el proyecto era preparar una unidad sólida a nivel compañía, capaz de desarrollar un plan operativo militar ofensivo y entrar en combate en el momento oportuno, pero las Fuerzas Armadas la obligó a anticiparse iniciándose así un proceso de guerrillas que no supimos controlar.
También la obligó el condicionamiento de la subordinación de la acción política a la lucha militar".
Montoneros no realizó operaciones militares significatiyas en la zona rural de la provincia de Tucumán.
Su presencia fue de carácter político, aprovechando el clima subversivo imperante en todo el país entre 1973 y 1975.
Tenía gran capacidad de movilización y de propaganda y un sólido respaldo financiero.
Ello permitió al ERP desarrollar con mayor facilidad la guerrilla rural al comienzo de las operaciones.
La derrota del PRT- ERP en Tucumán constituyó el comienzo de su agonía como estructura militar y, fundamentalmente, una "bisagra" del antes y el después de las actividades subversivas en el país.
Fueron vencidas sin atenuantes a través de las armas, aunque la realidad contemporánea demuestra que la guerra no ha concluido; la hábil y persistente maniobra psicológica desde el exterior y en el país, continúa sin tregua y el blanco elegido son las FF.AA las que, merced a esa acción han alcanzado un alto grado de desprestigio y marginación.
En este trámite de ejecución progresivo, las FF.AA. constituyen un objetivo intermedio.
La intención finalista, como fue hace tres décadas, es la toma del poder.
A partir de 1976 y luego de las severas derrotas sufridas por el ERP durante la Operación Independencia y en el frustrado asalto al cuartel de Monte Chingolo, el ERP trató de evitar el aniquilamiento de sus fuerzas; intentó además, reorganizar su estructuras y buscar el apoyo exterior especialmente de las organizaciones de derechos humanos y de los medios de comunicación social.
En los últimos años del siglo pasado y en lo que va de este el mundo se ha visto conmovido por otras formas de conflictos que se producen solapada y sorpresivamente en lugares y momentos inesperados.
Tales organizaciones se hallan dispuestas a imponer sus propios valores e intereses a través de la violencia.
Se trata del terrorismo posmoderno que se está convirtiendo en un mal endémico de difícil erradicación.
La extrema violencia que vivió nuestro país durante en las ultimas décadas del siglo pasado, la metodología que aplicaron las organizaciones terroristas, en la que el crimen, los atentados y los secuestros indiscriminados eran de diaria ejecución, unida a la sospecha de un progresivo y activo accionar, esta vez infiltrados en los frecuentes actos de reclamos populares, manifestaciones masivas, etc., compromete al Gobierno Nacional a adoptar anticipadamente las previsiones que incorpore a todas las áreas involucradas -inclusive las FF.AA.- en una política antiterrorista en todas sus formas que oriente las estrategias sectoriales, evitando de tal manera sorpresas y situaciones que puedan reeditar los hechos que conmovieron dolorosamente a la sociedad argentina.
CONCLUSIÓN FINAL.
1 .- Debemos reconocer y aceptar que en Tucumán hubo una guerra cruel y descarnada en la que seguramente se cometieron errores, pero lo que importa rescatar es que la agresión no fue provocada por el gobierno constitucional ni por las instituciones armadas.
2.- El terrorismo subversivo que olvidó a la Constitución y decidió apelar a las armas para acceder al poder, resultó ser un protagonista que atentó contra la democracia y sus instituciones, haciendo peligrar la existencia misma de la Nación.
Hubo que enfrentarlas sin alternativas ni flaquezas.
Se hizo así, como se pudo.
3.- Hoy, aunque gran parte de nuestra sociedad "olvida" que hubo una guerra provocada y perversa, y porque no decirlo, también ocultada, podemos afirmar que se logró el objetivo: devolver la libertad y la afirmación de sus valores morales, espirituales y culturales a todos los argentinos. Ello merced a que alguien con valor, desinterés, sacrificio y amor a la Patria, luchó para que así ocurriera.
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